20. El monstruo de tu historia
Samira Me está besando. Sus labios se están presionando sobre los míos y siento como cada terminación nerviosa de mi cuerpo se estremece ante el contacto. Esto no debería estar pasado, no está bien. ¡Él no puede besarme! No puede tocarme, no así. El miedo comienza a apoderarse de mí, esto es pecado, ningún hombre debería tocarme de esta forma, ¡yo no debería permitirlo! Sin embargo, mi cerebro y mi cuerpo no consiguen conectarse, porque hay algo más formándose en mi interior, algo que no entiendo, pero que no me disgusta. Sus labios se presionan un poco más y entonces, ni siquiera entiendo cómo termino abriendo los mios y es ahí cuando el fuego y el verdadero pánico se apodera de mí. Sus labios capturaron los míos de forma lenta, casi como si los estuviera venerando y yo me derrito, realmente lo hago, entonces su lengua entra en mi boca sacándome un gemido que ni siquiera sabía que era capaz de decir y contrario a todo lo que he pensando en mi vida, ahora mismo lejos de sentirme
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