Capítulo 24. ¡Luchando con mis emociones!
Austin veía a través del retrovisor cómo Sebastián, ofuscado, se pasaba la mano por el cabello mientras se montaba en el automóvil y con gesto violento cerró la puerta. «Siempre es lo mismo, esa mujer lo hace enojar. Mi jefe es muy terco», pensó el conductor, respirando profundamente como si estuviera cansado.—Volvamos al hospital — le ordenó Sebastián y él, sin rechistar, puso el coche en marcha.—Soy un imbécil — exclamó Sebastián, peleando consigo mismo, y Austin sonrió.—Con todo respeto, señor, estoy de acuerdo con usted. Es un imbécil — dijo Austin. Sebastián, que tenía la mirada fija en la ventanilla a su lado, giró la cabeza con rapidez para ver a su chófer.—Si tienes algo que decir, habla, sabes que odio los rodeos — le exigió irritado.—Hizo mal en dejar a su esposa para venir a ver a esa mujer que solo lo engaña — aseveró Austin con disgusto.—Lo sé, no tienes que repetirlo, aunque Liz no es mi esposa, si a lógica nos vamos, igual no debí dejarla a merced de esas dos mu
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