En ese momento, una llamada interrumpió mis pensamientos. Para mi sorpresa, era el doctor que había visto a mi papá en Suiza.- Hola, doctora Johnson, dijo el doctor con voz apremiante. Necesito hablar contigo urgentemente. Estoy en la ciudad, ¿podemos vernos en un lugar seguro?- Sí, claro, respondí, sintiendo una inquietud creciente. Te pasaré la dirección de mi casa. Nos vemos en una hora.Colgué el teléfono y mi preocupación aumentó. Justo en ese momento, David entró en mi oficina.- ¿Todo está bien? preguntó, notando mi expresión.Negué con la cabeza y le conté sobre la llamada del doctor.- Entiendo, dijo David, su rostro reflejando preocupación. Vamos a casa.Nos dirigimos a mi casa en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Al llegar, nos instalamos en la sala de estar, esperando al doctor. Después de un tiempo que se sintió eterno, el timbre sonó. David fue a abrir la puerta y, momentos después, el doctor entró.- Gracias por verme tan rápido, dijo el doctor, e
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