―... Entonces, esta clase de blusas te servirán para cualquier clase de trabajo que encuentres… Desde vendedora, hasta asistente ejecutiva… Son una excelente opción… ―me explicaba Ricardo, cuando Vanya se dirigió a mí y me ayudó con unas prendas que tenía en mis brazos.―Mira Ricardo, la pobre ya está cargando mucha ropa… ¿Por qué no vamos a medirte todo esto? ―sugirió Vanya, llevándome del brazo.―¿Qué dices? ¡Ah, sí! Debe medírselo… Vayan, vayan… Y toma, toma, también quiero que te pruebes esta falda y esta blusa… ―señaló Ricardo, siguiéndonos, y me entregó más ropa.―Bien, ¡vamos! ¡Déjame ayudarte! ―dijo Vanya, ayudándome también con eso.―¡Gracias! ―dije y asentí a ambos. Ricardo nos siguió, porque aún en la compañía de Vanya, él actuaba como mi guardaespaldas. Pero Christopher lo detuvo, sosteniéndolo del hombro. Ricardo volteó a mirarlo y lo ignoró y siguió buscando ropa para mí. Christopher fue tras él y buscó la forma de dirigirse a Ricardo sin armar un pleito.―Ricardo,
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