Kate se levantó de la cama con dificultad, todo el cuerpo le dolía, Gerald ya estaba despierto y preparaba el desayuno. El día parecía comenzar con un poco de tranquilidad, luego de aquella noche tan horrenda para ella.Se aproximó a él, y lo rodeó con sus brazos desde atrás. —Buen día, que bien huele… —Pues estoy consintiendo un poco a mi bella durmiente. Se pegaron las sábanas —comentó él. —No pude dormir bien, anoche. Di vueltas como un pollo al horno. —Gerald sonrió, mientras apagaba la hornilla y se viraba de frente a ella para besarla. —Tranquila, yo me encargo de todo hoy —besó sus labios y comenzó a servir los huesos revueltos que acababa de preparar para el desayuno. El timbre sonó en ese preciso instante, ella amagó a ponerse de pie, pero él le hizo un gesto con la mano para que se sentará.—Yo atiendo, tú sirve el jugo. —Gerald se dirigió silbando hasta la puerta, abrió sonriente y su rostro cambió de isofacto. —Buenos días, Fitzgerald —dijo en tono burlón el
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