La noche más larga de su vida, eso era lo que Elizabeth estaba viviendo, no le decían nada de Delfina, solo que la estaban interrogando, aun estando herida, era mayor de edad y ella no podía intervenir, en lo que, si podía intervenir o así sea preguntar, era por sus otros hijos, pero los agentes que la interrogaban cargaban demasiados demonios como para tener un poco de empatía. — Deja de preguntar por tus hijos, que ya sabemos que no te importan, y responde lo que, si nos interesa, ¿desde cuándo tenías planeada sus muertes? — sus muñecas dolían, pero más dolía su corazón al comprender lo que sucedía.— Si hay un culpable, no soy yo. — las lágrimas continuaban derramándose, como si tuviera cascadas en lugar de ojos, pero no lo podía evitar, sabia que no la amaba, también había comprendido que e
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