La chica no dejaba de llorar y eso no solo angustiaba a Harvey, sino que King también estaba ansioso y preocupado.—Por favor, no llores más, —murmuró Harvey con una voz que envolvía como manto cálido, mientras sus brazos fuertes y seguros rodeaban a la temblorosa figura de ella. Las lágrimas dejaron de brotar, y en el silencio que siguió, se apartó un paso, apenas suficiente para mirarla a los ojos. —¿Estás bien?Ella asintió, aún cautiva, en el resguardo de su presencia. —Gracias —susurró.—No tienes que agradecerme —Su sonrisa era un refugio para ella —. ¿Cómo te llamas?Por un momento ella se quedó en silencio, estaba reacia a soltar su verdadera identidad, temía que cuando supiera quién era la tratara como lo habían hecho lo demás, por eso prefirió calla, había encontrado en él, un oasis de calma y protección, se sentía demasiado segura y era la primera vez que tenía esa sensación.—Ann —mintió ella, —Encantado, Ann. Soy Harvey —. Le ofreció su mano, que ella tomó brevemente,
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