—¡Estrella, espera! —Yara gritó mientras veía a su amiga correr, las lágrimas bajando descontadamente por sus mejillas. La alcanzó, tomándola por los hombros, y le imploró con urgencia. —¿Qué te ha hecho ese canalla? —Osiris... él... —Estrella apenas podía hablar entre sollozos. Las palabras se atropellaron, desesperadas y rotas, y le contó todo lo que había ocurrido. —¡Ese monstruo! Pero les haré pagar —. Yara estaba hirviendo de ira, lista para desatar su furia, cuando un mensajero se acercó, interrumpiendo su tormenta interna. —Los hermanos de Osiris han llegado y están pidiendo verla, están en el corredor de entrada —anunció, temeroso, ante la intensidad en los ojos de Yara. —¡Maldición! —masculló ella, yo voy a ir a hablar con ellas. Sin perder tiempo, Yara caminó al porche de entrada, y allí estaba Brad enfrentando a los recién llegados. —No son bienvenidos aquí —les dijo con firmeza. El hombre y la mujer, metieron sus manos en la chaqueta que cargaban y lo miraron co
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