LA SEÑORA CROSS.Victoria abrió los ojos, sorprendida y humillada, pero su sorpresa rápidamente se transformó en furia.― ¡¿Así que vas a defender a tu amante delante de todos?! ―gritó, su voz temblaba con la intensidad de su ira.Nathaniel, con la mandíbula apretada, luchaba por mantener la compostura.―Victoria, te lo estoy diciendo por última vez, aléjate de Elara y no vuelvas a tocarla. ―advirtió con severidad.― ¡No puedes tratarme así! ¡No puedes defender a una extraña antes que a mí! ―exclamó, con las manos temblando de rabia.Regina, que había observado la escena con un creciente sentido de horror y vergüenza, intervino. Su mirada era gélida cuando se dirigió a Elara.― ¡Lárgate! ―ordenó. ― ¡Sal de mi vista ahora!Elara, cuya única intención era desaparecer de la vista de todos, asintió en silencio y se dio la vuelta para marcharse. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso, Nathaniel la detuvo, aferrándose a su muñeca.―No te vas a ningún lado. ―dijo firmemente.Victoria
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