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DUDAS.
DUDAS. Dos meses después… Nathaniel estaba en su departamento de soltero. El timbre lo sacó de su sueño, profundo, cuando se levantó, las botellas a su alrededor cayeron. El timbre siguió sonando incesantemente y Nathaniel masculló una maldición. ―¡Ya voy! ¿Qué es tan importante? ¡Joder! Cuando abrió la puerta, Daniel estaba de pie mirándolo con desaprobación. ―Hasta que contestas. ―¿Qué quieres Daniel? Tengo un dolor de cabeza infernal. ―No es para menos, si parece que te bebiste el bar completo. Nathaniel pateó una lata de cerveza y se dejó caer en el sofá. ―¿Vienes a reprocharme? Si es así, puedes irte. ―Nat, no puedes seguir así, te estás autodestruyendo. ―¡¿Y qué?! Ya no me queda nada. ―¿No? ¡¿estás seguro?! Pues déjame recordarte que tienes un hijo. Mira lo que traje. Daniel sacó una ecografía. ―Me costó conseguirla, es del chequeo rutinario de Elara. Cuando menciono a Elara, Nathaniel alzó la cabeza. ―¿La has visto? ―Yo no, pero un colega sí, es su médico. El em
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UNA OPORTUNIDAD.
UNA OPORTUNIDAD. En el departamento de Natalia, la luz cálida de las velas danzaba sobre las paredes mientras ella, con manos temblorosas, pero llenas de cariño, colocaba un plato de pasta humeante en la mesa. Los aromas de la salsa casera y el orégano fresco se mezclaban en el aire, creando un ambiente que era a la vez hogareño y algo solemne. Julián, observándola desde su silla, no pudo evitar esbozar una sonrisa amplia y genuina. Sus ojos brillaban no solo por el reflejo de las llamas de las velas, sino por el amor inmenso que sentía por ella. ―Se ve deliciosa. ―dijo con voz suave, mientras enrollaba un tenedor en la pasta y llevaba un bocado a su boca. Natalia tomó asiento a su lado, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza contra su pecho. La cena no era solo una muestra de su habilidad culinaria, sino el preludio de una noticia especial que había estado guardando. El miedo y la emoción se entrelazaban en su estómago; sin embargo, en lo más profundo de su ser, sabía que Juli
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BUENAS Y MALAS NOTICIAS.
BUENAS Y MALAS NOTICIAS. Julián se quedó un momento en silencio, sintiendo el calor de la sangre que aún manaba de su labio. La decisión estaba tomada. Con paso decidido, salió de su oficina y se dirigió hacia el escritorio de Margarita. ―Sígueme. ―le ordenó. La mujer no hizo preguntas, solo se limitó a hacer su trabajo. ―Margarita, necesito que convoques una reunión de emergencia con todos los socios. ―instruyó con seriedad. La sorpresa se dibujó en el rostro de Margarita, pero asintió y comenzó a tomar nota todo sin dilación. ― ¿Para cuándo señor? ―Dos días. ―dijo Julián, pensando que era el tiempo suficiente para dejar las cosas en orden. ―Avisaré de inmediato señor. Cuando Margarita se fue, Natalia entró preocupada a la oficina y al ver el golpe, su preocupación se intensificó. ― ¿Qué pasó? ¿Por qué tienes el labio partido? ―preguntó, su voz temblaba ligeramente. ―Un pequeño desacuerdo. ―respondió Julián, intentando sonreír. Ella corrió a buscar el botiquín y comenzó a
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LA CAÍDA DE JULIÁN.
LA CAÍDA DE JULIÁN.El comedor estaba impregnada de una luz cálida que parecía danzar alrededor de Natalia mientras hablaba de Julián. Sus ojos, normalmente tan reservados, ahora destellaban con la luz de mil estrellas fugaces, reflejando la ilusión que bullía en su interior. Su madre, observándola, no pudo evitar que una sonrisa iluminara su rostro, y con un gesto lleno de cariño, tomó las manos de su hija entre las suyas.―Me alegro tanto por ti, mi niña. ―susurró la madre, y su voz era un bálsamo lleno de amor y aceptación.Natalia, movida por el apoyo incondicional, se inclinó para besar la mejilla de su madre, un gesto que sellaba su gratitud y amor. El padre, sin embargo, era una estatua de preocupación y desaprobación. Su mirada era un faro de seriedad que intentaba guiar a Natalia lejos de lo que él consideraba un naufragio seguro.―No es bien visto que tengas un romance con tu jefe. ―dijo con una voz que intentaba ser el ancla en la tempestad emocional de su hija.Natalia sin
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LA CAÍDA DE JULIÁN (II)
LA CAÍDA DE JULIÁN (II) ― ¿No vas a decir nada? ¿No vas a negarlo? Julián no pudo sostener la mirada acusadora; su voz, cuando finalmente habló, era apenas un susurro. ―Es cierto… yo estuve involucrado en el incendio. La confesión cayó sobre la sala como una bomba. Nathaniel no dejó pasar el momento y arremetió aún más. ― ¿Y qué más, Julián? ¿No les dirás que también por las protestas? ¿Qué estás involucrado en los medicamentos adulterados? Cada pregunta era como un clavo en el ataúd de la reputación de Julián. La vergüenza era evidente en su rostro. Pero las acusaciones siguieron fluyendo como flechas envenenadas. ―Y por si no lo sabían… ―Nathaniel apretó el hombro de Julián ―mi querido hermano vendió información confidencial a la competencia e inculpó a mi esposa. Los ojos de los accionistas se abrieron con más incredulidad de la que podían. Pero el golpe final vino con las siguientes palabras. ―Y todo ello fue orquestado en complicidad con Víctor Burgan. Regina se llevó un
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FELIZ DE SER ABUELO.
FELIZ DE SER ABUELO. ―¡No voy a dejarlo, papá! ―la voz de Natalia era firme, un faro de determinación en medio de la tormenta que se desataba en la sala. Su padre, el señor Rinaldi, era una estatua de ira contenida, sus manos apretadas en un esfuerzo por mantener el control. ―Definitivamente, no aprendes la lección, Natalia. Primero fue tu obsesión por Lucían Landong y ahora te metes con este criminal. ¡Qué demonios he hecho para que mi única hija tenga tan mal juicio! ―¡Julián no es un criminal! ―insistió la chica, con la esperanza brillando en su mirada. ―Tiene que haber una explicación para todo, él… él… ―¿Explicación? No seas ingenua, hija. Ese muchacho no vale nada. ¿Qué explicación hay para traicionar a tu propia familia y encima involucrarte con la prometida de tu hermano? ―El padre negaba con severidad. ―No hay nada que excuse eso, hija. Y lo lamento, pero no voy a aceptar en mi familia a un hombre de esa calaña. La impotencia crecía en Natalia a cada segundo; aunque esta
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HECHOS PASADOS.
HECHOS PASADOS.La pantalla se llenó de imágenes frenéticas, luces intermitentes de vehículos policiales y flashes de cámaras mientras la voz del presentador narraba con urgencia los últimos acontecimientos."Víctor Burgan, el destacado ejecutivo de Empresas Cross, ha sido detenido en lo que se está describiendo como un escándalo corporativo de proporciones sin precedentes."El noticiero mostraba ahora la fachada imponente del edificio de Cross, con periodistas y curiosos congregados en las afueras."Las acusaciones contra Burgan incluyen sabotaje, fraude y una serie de irregularidades financieras que han sacudido los cimientos del mundo empresarial."La cámara cortó a un reportero en el lugar, quien continuaba. "La detención se llevó a cabo esta mañana, después de una investigación meticulosa. Fuentes cercanas al caso indican que podría haber más implicados en el caso…"En su despacho, Arnold apagó el televisor con un movimiento brusco. La noticia sobre Víctor y el escándalo en Empr
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SECRETOS QUE MANTENER OCULTOS.
SECRETOS QUE MANTENER OCULTOS. «―Julián… Julián… mis pastillas ―el padre extendió su mano con un gesto desesperado, como si de alguna manera pudiera alcanzar el alivio que necesitaba. Julián, de pie frente a él, le dio una mirada cargada de agravios acumulados y una tristeza profunda. ―Qué lástima, papá ―dijo con una voz que destilaba ironía amarga. ―Dices que no sirvo para nada, ya ves, ni siquiera para darte tus pastillas. La cara del padre palideció aún más, el dolor en su pecho se intensificaba con cada segundo que pasaba. ―Julián… por favor… ―alcanzó a decir antes de que su hijo continuara. ―Dale saludos al diablo y recuerda obedecer a papá ―pronunció con un tono definitivo. Luego, sin más, se dio la vuelta y salió del estudio. Al cerrar la puerta, sus ojos estaban rojos y las lágrimas amenazaban con derramarse. Se obligó a esconder sus emociones, a no sentir compasión, pero incluso para él, era algo imposible. En ese momento, una de las empleadas se dirigía hacia el estudi
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UNA ÚLTIMA OPORTUNIDAD.
UNA ÚLTIMA OPORTUNIDAD. Una semana después, en el estudio de la mansión Cross, los hermanos Nathaniel y Julián estaban sumergidos en un mar de balances y proyecciones financieras. Tras los recientes acontecimientos con Víctor y la impactante confesión de su madre Regina, Nathaniel había decidido tender un puente hacia su hermano. Convencer a la junta de accionistas había sido un desafío, pero Nathaniel estaba hecho de la misma fibra inquebrantable que los pilares de su mansión; con la promesa de llenar sus cuentas bancarias, había logrado abrir las puertas a Julián en la empresa familiar. ―Joder, me duele la cabeza de tantos números ―se quejó Julián, soltando la carpeta sobre el escritorio con un gesto de frustración. Nathaniel le lanzó una mirada de reojo. ―No te he dado permiso para terminar, así que sigue sacando cuentas. Julián rodó los ojos e hizo una mueca. ―Esto se llama abuso de poder, ¿sabes? Tengo derecho a descansar. Nathaniel dejó los papeles y curvó los labios con u
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ALIANZAS
ALIANZAS Nathaniel apagó el auto frente a la casa de Elara, sintiendo cómo su corazón golpeaba su pecho con una fuerza que amenazaba con romperle las costillas. La respiración agitada y el sudor frío en su frente eran testigos de su nerviosismo. Estaba decidido, sí, pero el miedo a lo desconocido le hacía temblar las manos. Justo cuando iba a abrir la puerta del auto, su teléfono se iluminó con la urgencia de una llamada entrante. Un número desconocido. ― ¿Bueno? Del otro lado, una voz distorsionada le lanzó una advertencia como un puñal al viento. ―Esta es nuestra única y última advertencia, no sigas metiendo tus narices donde no debes. La llamada terminó abruptamente, dejando a Nathaniel con un zumbido en los oídos y una confusión que se enredaba como hiedra venenosa en su mente. Antes de que pudiera procesar la amenaza, un mensaje llegó a su bandeja de entrada. Con dedos que apenas obedecían, abrió el correo electrónico. Eran fotos de Elara y Rose, en la casa, en el hospital, e
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