LA CAÍDA DE JULIÁN.El comedor estaba impregnada de una luz cálida que parecía danzar alrededor de Natalia mientras hablaba de Julián. Sus ojos, normalmente tan reservados, ahora destellaban con la luz de mil estrellas fugaces, reflejando la ilusión que bullía en su interior. Su madre, observándola, no pudo evitar que una sonrisa iluminara su rostro, y con un gesto lleno de cariño, tomó las manos de su hija entre las suyas.―Me alegro tanto por ti, mi niña. ―susurró la madre, y su voz era un bálsamo lleno de amor y aceptación.Natalia, movida por el apoyo incondicional, se inclinó para besar la mejilla de su madre, un gesto que sellaba su gratitud y amor. El padre, sin embargo, era una estatua de preocupación y desaprobación. Su mirada era un faro de seriedad que intentaba guiar a Natalia lejos de lo que él consideraba un naufragio seguro.―No es bien visto que tengas un romance con tu jefe. ―dijo con una voz que intentaba ser el ancla en la tempestad emocional de su hija.Natalia sin
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