UNA DECISIÓN TOMADA.―No, ¡me niego! ―Elara miraba a Nathaniel con ojos furiosos. ― ¿Es que perdiste la razón? ¿Qué vas a hacer tú con ellos? Nathaniel, no vayas, no quiero… eso es peligroso… ¿Por qué tienes que ir?Él caminó hacia su esposa y la abrazó.―Mi amor, primero es mi empresa y segundo… Arnold y yo tenemos que ajustar cuentas. ―Nathaniel acunó su cara y le sonrió. ―No puedo perdonarle todo el daño que ha hecho, y… estoy seguro de que él tuvo que ver con la muerte de tu padre.Elara negó con la cabeza una y otra vez.―No me importa, ya no. Si vas, podrías… ―Ella se apartó y lo miró a la cara con determinación. ―Si te atreves a ir, Nathaniel, no te lo voy a perdonar, ¿entiendes? ¡Nunca!Él no se sintió intimidado, sabía perfectamente que Elara lo estaba haciendo para persuadirlo.―Sé que me perdonarás, porque me amas como yo a ti, amor. Esto te lo debo. Arnold… ha hecho mucho daño y quiero estar cara a cara con él cuando lo atrapen. Lucían me lo permitirá, y es lo menos que me
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