En la oscuridad, la atmósfera se solidificó instantáneamente. Cuando olió el leve aroma, que le resultaba familiar y desconocido, mezclado con un poco de alcohol, supo que era Juan, pero no esperaba que apareciera allí. Pensó: «¿Tal vez quiere ajustar cuentas por lo que pasó durante el día?» Ella reprimió la amargura en su corazón y se separó de él con indiferencia.De repente, una luz cálida iluminó toda la habitación. Juan se puso de pie, con una figura alta y erguida frente a ella, con expresión indiferente y ojos fríos, diciendo: —¿No has tenido suficientes problemas?Sus palabras indicaron que creía que su reacción era irracional. Lorena bajó la cabeza, ocultando su amargura, y dijo con una sonrisa irónica: —Divorciémonos, en serio. Él la miró con un par de ojos fríos, oscuros y profundos. Aparentemente reprimiendo su ira, dijo: —Creo que estás realmente loca, ¿tienes miedo de que este niño afecte tu estado, entonces vienes aquí para llamar mi atención? Al ver el rostro pálid
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