—Martín, tengo dos regalos, para que la buena fortuna te llegue por duplicado.Martín me sonrío con su mirada repleta de ternura puesta en mí y dijo:—A ver, ¿qué regalos me has preparado?Dicho esto, empezó a acariciar mi cuello. Por cierto, déjenme explicar, debido a su mala costumbre de frotar mi cabello, mis compañeros de clase se burlaban a menudo de mi peinado desordenado. Entonces, no permití a Martín que me tocara el pelo nunca. Y él no tuvo más remedio que hacer concesiones, pero empezó a acariciar mi cuello y lo hizo con más frecuencia que antes.—Luna, por favor, no podemos esperar más. Déjanos ver de qué se trata.Me di cuenta de su impaciencia, por eso entregué la caja bien decorada a Martín con mucho cuidado: —¡Feliz cumpleaños, Martín! Te deseo todo lo mejor en tu cumpleaños. Enseguida todas las personas se acercaron a Martín, instándolo a abrir el regalo.Martín me miró con una sonrisa y abrió la caja, sacando un rollo de papel pergamino, desplegándolo frente a todos.
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