La multitud volvió a alborotarse haciendo burla de Martín e insistió que leyera la carta ahora mismo.Martín no les hizo caso, en cambio, fijó su mirada en mí y su sonrisa casi me volvió borracha. Todos estaban felices a menos de Sofía. Ella suspiró largamente moviendo la cabeza con impotencia y dijo:—Mejor que la leas ahora, si no…Sofía no pudo continuar la fase, y Carlos se le acercó en ese momento e insistió que continuara las palabras. Sin embargo, Sofía no dijo nada más, sino que me lanzó una mirada y le devolvió a Carlos un guiño significativo.De repente me recordé lo que ella dijo esa noche, y pensé que tal vez no fue la mejor idea de darle la carta en este momento. Pero ya era tarde para arrepentirse. Quizás Martín había notado mi desconcierto, él soltó mi mano, abrió la carta y empezó a leerla línea por línea.Su expresión cambió de repente, y se volvió tan fría cuando vio la firma al final de la carta.Se quedó mirándome fríamente. Asustada, retrocedí dos pasos sin darm
En cuanto a Ana, ni siquiera me miró, y estuvo murmurando en voz baja con Pedro. A nadie pude acudir en ese momento crucial. ¿Qué error había cometido? No entendía. Parecía que todos estaban enfados conmigo, pero ¿en qué me equivoqué exactamente?Regresé a mi asiento con desconcierto, mirando la mesa llena de deliciosos platos, pero ya no tenía apetito. Martín no pronunció ni una palabra más, pero no dejaba de beber una copa tras otra.Mientras todos, los demás comieron en silencio. La atmósfera se volvió repentinamente extraña.Y Martín no me miró más durante toda la cena.Estuvo claro que Martín se enfadó conmigo. Era la primera vez que me trató así, pero no entendí lo que pasó. Cuando terminó la fiesta de cumpleaños, que originalmente estaba planeada para ir al karaoke, pero Martín dispersó la multitud con una simple excusa de estar cansado. Me sentí bastante decepcionada, ya que practiqué dos canciones para dedicárselas a él. Sin embargo, todos los esfuerzos resultaron en vano
No creía que Martín pudiera ignorarme para siempre. Entonces, enviaba mensajes uno tras otro:[Martín, ¿estás feliz hoy?][Martín, ¿si el regalo que te di es demasiado barato y no te gusta? Mañana te compraré un regalo más caro, ¿qué quieres?][Martín, la comida en ese restaurante es deliciosa. Quiero celebrar mi cumpleaños allí también.][Martín, ¿por qué estás enojado? ¿Puedes decirme la razón? Soy un poco tonta y no puedo adivinarlo.][Martín, ¿por qué no quisiste ir al karaoke? Practiqué canciones especialmente para tu cumpleaños.]…Envié más de una docena de mensajes, pero ni siquiera respondió un mensaje. Entonces, decidí llamarlo directamente. Resultó que el teléfono ya estaba apagado.Debería estar muy enojado. Pero todavía no entendía la razón. No pude conciliar el sueño con la mente desordenada, así que me consolé pensado que no era nada grave, solamente porque su estado de ánimo no era estable. Se iba a mejorar todo mañana. Sin embargo, no se trataba de algo tan simple. L
Realmente estaba preocupada. Entonces, llamé a Pedro, luego a Carlos. ¡Qué raro! No pude conectarme con nadie.«¿Todos se habían escondido juntos? ¿Algo le pasó a Martín?», murmuraba nerviosa.Corrí sin rumbo fijo, atravesando el paseo de rosas, llegando sin aliento al edificio de posgrado y entrando apresuradamente al estudio de arte.Pero encontré la puerta cerrada con llave, sin importar cuánto golpeara, nadie respondió.Mi mundo se estaba desmoronando.Sin apetito para comer, regresé al dormitorio. Me tumbé en la cama y me quedé dormida enseguida por el cansancio.No tenía clases por la tarde, así que dormí hasta cerca de las cinco. Suponía que no me despertaría si mi estómago no gruñera de hambre.Martín no permitió que yo perdiera ni una comida, pero hasta ahora no había comido nada. ¿Me iba a preocupar?Así que, hambrienta, esperé a que él viniera a buscarme. O tal vez él me diría dónde estaba y yo lo buscaría, no importaba cuán lejos.Sin embargo, hasta que se oscureció por com
— Exacto. Me da pena verla así.—A mí también. ¿Qué tal si la ayudamos?—Mejor que resolverá este tipo de cosas por su propia cuenta. Además…Pisé accidentalmente algo en el suelo, haciendo un ruido que sorprendió a ellas. Ambos se quedaron congeladas mirándome sin poder pronunciar ni una palabra. Sonreí y les dije:—Volví a buscar mi teléfono. Ya me voy. No se preocupen por mí. A pesar de que sentía vacío por dentro por la actitud fría que me trataba Martín, ya me acostumbraba de ser abandonada y confiaba en que podía superar los desafíos otra vez. No era más que una repetición del pasado. Además, entre Martín y yo no teníamos ninguna promesa.A lo mejor ya se enteró de que Flora era su familiar. Ya le agradecí mucho por haberme cuidado durante tanto tiempo.Era mi destino.La Escuela contaba con cuatro comedores de cinco pisos, que tenía todo para comer. Pero a menudo tenía que hacer cola durante las horas pico. Para conseguir los platos deliciosos, de hecho, no era fácil. Cuando
«Quizás Martín se encontró con alguna dificultad por haberme ignorado. No debería causarle más problemas», pensaba. Así que dejé de llamarlo y me esforzaba por adaptarme nuevamente a cuidar de mí misma. Tenía miedo de las burlas. Mantendría mi dignidad de la mejor manera posible. A pesar de lo bien que Martín me trató, él era el hermano biológico de Sergio, y no podía cortar lazos con él simplemente por mí. Era ridículo.Perdí dos veces ante la familia de López. Antes fue Sergio y ahora era Martín. ¡Qué miserable era yo!Los ruidos de día pudieron distraerme fácilmente. Pero las noches eran difíciles de sobrellevar. Pasaba el tiempo libre tras la cena sentada durante horas en una esquina del campus. El viento me hizo templar de frío.Al día siguiente, vi a Martín caminando al lado de Serena con una sonrisa muy tierna. Quería acercarme y preguntarle dónde había estado estos días, por qué no contestó mis llamadas ni mensajes. Pero pensaba que a lo mejor no quería que les interrumpiera
Tengo miedo de enfrentarme a la realidad. Ya me había acostumbrado a la compañía de Martín, ¿si de verdad él no quería tener absolutamente ningún lazo conmigo? ¿Qué haría yo?Ya era la mañana del sexto día. Me dolió todo el cuerpo y no pude levantarme. Seguía en la cama cuando Ana y Sofía ya se arreglaron y se preparaban para salir. Sofía preguntó a voz baja a Ana:—Qué raro. Todavía no se ha levantado Luna. —¿Se le pasó algo? Parece estar muy pálido su rostro.Entonces, Sofía se me acercó y me tomó la temperatura.—Ahy…seguramente tiene fiebre.—No es de extrañar. ¿Cómo no va a tener fiebre si todos los días regresaba al dormitorio casi congelada? —No digas tontería. La llevamos al hospital ahora mismo. —Pero, ¿nosotras dos? No creo que seamos capaces de hacerlo. Tendríamos que acudir a alguien más.El dolor de cabeza empeoró y la conciencia se volvió borrosa, pero parecía que olía a un aroma familiar. ¿Era de Martín? ¿Me equivoqué?… Me desperté tosiendo por ganas de tomar agua.
—Sé buena, ¿de acuerdo? Mira, ¿cómo es que te has vuelto delgada en tan pocos días? ¿Me quieres hacer preocupar por ti? Dime, ¿por qué no te cuides bien?«Si me preocupas de verdad, ¿por qué no me respondió los mensajes?», pensé con disgusto. En vez de mirarlo, miré por la ventana, pretendiendo que me era indiferente si él venía o no.—Te pregunto una vez más. ¿Por qué no te cuides bien? ¿Si comiste puntualmente estos últimos días?Se notaba algo de enojo en su voz, pero seguí sin ganas de responderle, entonces un poco molesta, le dije: —He estado comiendo todos los días. En serio, Martín, no te preocupes por mí. Ve a acompañar a Serena. Puedo cuidar de mí misma.No le mentí. Tampoco entendí por qué había perdido peso si comí regularmente en estos días.—Mira lo flaca que estás. Te acompaño y te cuido para que te recuperes más rápido, ¿de acuerdo?Dicho esto, me hizo apoyar en su pecho. Pude escuchar los latidos fuertes y estables de su corazón. Su distintivo aroma a pino y ciprés me