Allegra llegó al departamento, cerró la puerta y dejó su portafolio sobre un sofá, caminó a la cocina para beber agua, y después caminó a la pequeña terraza que estaba entreabierta, confundida y creyendo que no había nadie, intentó cerrarla, entonces cayó en cuenta de que había alguien ahí, la silueta de Santiago Sanders estaba ahí, sentado y sosteniendo una taza en sus manos, mirándola con un gesto esperanzador, Allegra sintió que todo su cuerpo temblaba —Hola. —¿Qué haces aquí? —Vine a ver a Michael, pero ha ido por el almuerzo —dijo Santiago, ella se limitó a asentir—. ¿Quieres un poco de café? Lo he preparado yo mismo. —Gracias, pero no. Bueno, pues estás en tu casa —dijo y dio media vuelta, luego se encerró en su habitación. Al entrar pensó en poner llave a la puerta, pero no quiso, en su interior se negaba a hacerlo, quería que Santiago fuera hasta ahí, Allegra quería tantas cosas, tan distintas a las que mostraba en el exterior. Se sentía extraña, confundida, se miró largo
Leer más