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Todos los capítulos de La Esposa Virgen del Musulmán: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 31: Grandes desconciertos.
Todo se complica en la mente de Sheila, en su cabeza revoleteada todo se manifiesta con desorden, se centra en el trabajo para no pensar tanto en Mustafá, de inmediato reprocha su personalidad y se juzga a si misma por ser tan sonsa, velozmente una extraña sensación de vergüenza se internaliza en todo su cuerpo, al no saber cómo enfrentar la situación que le viene con Mustafá.Llega su esposo algo alterado, cierra la puerta de un portazo y la confronta, en medio de la incertidumbre que lo apaña:—¿Ahora que harás, cuando ese hombre venga a reclamar sus derechos como padre?—Daniel mantén la calma, por favor.—Algo me dice, que todavía siente amor por él.—Basta, no te agobies por gusto. Bien sabes que no es así.—Sheila tengo miedo de perderte, no puedo vivir sin ti.—No me perderás, jamás he dicho que pienso dejarte.—Él está de regreso y me lo ocultaste.—Te dije que converse con él, no te oculto nada.—¿Desde cuándo conversaste con él?—Ya Daniel, no te enfrasques en lo mismo.—Sé
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Capítulo 32: Retorno cruel.
Al llegar al apartamento, se encuentra con Halide y Meltem, quienes cargaban unas caras de gran preocupación. Mustafá percibe la ansiedad en su tía y le dice:—¿Qué ocurre tía, esa cara la conozco?—Tenemos que hablar a solas cariño.—¿Qué pasa tía? —pregunta Seda con rareza.—Luego hablo contigo pequeña.—No comprendo tanto misterio. Dime Meltem, ¿qué sucede? —se queda Meltem en silencio y Halide, toma por el brazo a Mustafá para platicar a solas.—Quédate conmigo Seda—advierte Meltem. Evitando que Seda, vaya detrás de ellos.—Meltem por Alá habla.—Tranquila hija, es algo que no me compete a mi decir.Entran al estudio de pintura de Mustafá, rápidamente cuestiona a su tía con nerviosismo:—Me estás asustando tía, con tanto misterio.—Cariño tengo que contarte algo, que descubrí hace poco.—Habla de una vez tía.—El hijo de Sheila, es tu hijo Mustafá. Liam es idéntico a ti, fui a ver a esa mujer y me lo confirmo.—¡Alá! ¿Por qué fuiste a buscar a Sheila? Te dije que no la molestaras.
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Capítulo 33: La sombra de un amor.
Al llegar al apartamento, mira a Seda quien lloraba descontrolada en el sofá, a su lado se halla la fiel Meltem. De inmediato pregunta Mustafá:—¿Y mi tía?—Ya se fue Mustafá, yo me retiro, cualquier cosa me llaman—advierte Meltem y sale del salón.—Seda, perdóname. Te juro que no sabía lo del niño.—Es tan frustrante quererte, con la sombra de esa mujer abrigándonos constantemente—murmura Seda con aflicción.—Fui a verla y si, Liam es mi hijo.—Tienes un hijo Mustafá y en eso, esa mujer me lleva mucha ventaja.—No tienes que sentir celos de Sheila, es solo la madre de mi hijo y nada más.—Por Alá Mustafá, tienes muchos cuadros de ella, los vi en Estambul. Hasta estoy segura que trajiste uno de ellos contigo—lo toma por el brazo y la lleva al cuarto de pinturas, ingresan y descubre el lienzo, enseguida se asombra ya que el retrato era de ella. Recién comenzaba Mustafá a darle forma.—El cuadro es tuyo, recuerda que te dibuje.—Todo esto es tan confuso. Me remonto yo también en el pasa
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Capítulo 34: La sacudida a Deniz.
Respira hondo Mustafá, se prepara para salir, tiene que tragarse todo lo que quiere gritarle a Seda, por alguna razón admite en su mente que no la ama, al menos no como ella imagina. Pero, el hambre y el deseo están inmersos en él.Antes de salir se cruza con Seda, sus rostros se revelan muy contradictorios, ya ninguno de los dos sabe que decirle al otro, sin embargo, una nube esperanzadora se posa por encima de Mustafá y se convence que Seda le dará una segunda oportunidad, para seguir desprendiendo de él todo ese fogaje que destila por sus poros.Mustafá sin querer siempre coloca una barrera entre ellos, suele evitar por todos los medios un calificativo aparente, donde se le dé una connotación diferente a lo que sienten y tienen como pareja, musita que, en el fondo busca de huirle a sus sentimientos, por lo que se niega asumir que todo lo que siente, puede ir mas allá de una profunda pasión que idealiza. Ante de salir la toma improvisadamente por su rostro y la besa:—Seda yo…—Ve,
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Capítulo 35: El baile turco.
Sheila siente un fuerte mareo, le vuelve al cuerpo una extraña sensación de malestar, siente mucho vértigo y unas ganas enormes de vomitar. No tolera ciertos olores, llama de inmediato a la chica del servicio, para que se encargue del niño y lo lleve a la escuela.Al instante, ingresa su esposo a la habitación en total silencio, fue a cambiarse la ropa para seguir con su jornada laboral, percibe la palidez en Sheila y se arrima preguntando:—¿Te sientes bien?—No, tengo muchas ganas de vomitar y siento que todo me da vueltas.—Déjame tomarte unas muestras, y las mando analizar en el laboratorio.—No es nada, seguro es el estrés.—Estás muy pálida, soy médico yo me encargo. Tomate el día y descansa.Daniel se queda un poco pensativo, insinúa mentalmente que el malestar en Sheila puede obedecerse a un embarazo, justo ahora que su matrimonio ha comenzado a tambalearse. Se asoma una ligera duda en su cabeza motivada por los celos, sin embargo, la razón le indica de inmediato que, de estar
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Capítulo 36: Cediendo nuevamente.
Al terminar las clases, Murat detiene a Seda para felicitarla:—Bailas divino, no solo las danzas de nuestro país. Te desenvuelves muy bien con ritmos latinos.—Gracias profesor.—Les dije a todas que llamaran Murat.—Está bien—sonríe Seda con nerviosismo.—Ya vuelvo—advierte Murat y de inmediato Chantal se le arrima:—¿No que eras casada? Te vi como coqueteabas, con el bombón turco.—No digas eso, no coqueteo con nadie y si estoy casada.—Relájate Seda, por éste adonis estaría dispuesta de ir al mismo infierno, si fuese necesario es todo galán.—Cálmate Chantal, no invoques el mal.—Ja, ja, ja, Seda eres tan graciosa. Nos vemos querida.—Adiós Chantal—se prepara Seda para salir, la busca Murat con la mirada y se le acerca: —Tenemos muchas cosas de que hablar Seda, realmente me dejaste maravillado con tus bailes.—Gracias Murat, pero debo irme mi nodriza me espera—observa a Meltem, que está fuera del salón.—¡Ah qué pena! ¿Nos podemos ver mañana antes de comenzar la clase?—No me lo
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Capítulo 37: Primer acercamiento de Murat.
El día siguiente.Entran Sheila y Daniel, al consultorio de un colega y amigo para realizarse la ecografía, Sheila se dirige en compañía de una enfermera a cambiarse. A los pocos minutos vuelve y se acuesta, el doctor comienza con el procedimiento y en efecto Sheila está embarazada de su primer hijo con el doctor. Inesperadamente una lagrima se desprende del doctor y comienza a rodar por su mejilla, la alegría lo invade y su más ferviente anhelo al fin se hace realidad. Está todavía muy chiquito para ver el sexo del bebé con claridad.—Tendrás como tres semanas Sheila, recién comienza a formarse—manifiesta el doctor.—Entonces todavía, no podemos ver con precisión el sexo del bebé—señala Daniel a su colega.—Así es querido colega, felicidades—asienta el doctor Andrew.Al revelarle nuevamente lo de su embarazo, el corazón de Sheila se detiene de la emoción, un niño lo cambia todo. Intenta apartar de su mente los problemas, que ha causado la presencia de Mustafá en sus vidas, todavía de
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Capítulo 38: La serenidad de Seda.
Llegan a una cafetería turca y comienzan, a degustar dulces de su país conjuntamente con el té, Meltem se relaja un poco. Murat, es un hombre muy simpático y agradable.—Mi vida no fue nada fácil Seda, tenía que estar sometido al yugo de mi padre, uno a uno nos fuimos yendo de casa—asevera con nostalgia.—¿Y tu madre?—Mi madre murió cuando era un niño, viví con mi padre y su nueva esposa. Era una bruja.—Ja, ja, ja, ay Murat—ríe Seda.—A veces los padres, suelen ser muy injustos con sus hijos—menciona Meltem.—Aún falta mucho por aprender Meltem—imprime Murat.—Tú compañía, es muy agradable Murat—asienta Meltem y Seda la mira sonriendo.—Está muy entretenida la conversación, pero tenemos que irnos Meltem.—¡¿Tan rápido?! —exclama Meltem fascinada.—Sí, tengo que estar en casa antes que llegué Mustafá—advierte Seda.—¿Mustafá, así se llama tu marido?—Si.—Bueno vamos, quiero evitarte un problema Seda—manifiesta Murat con mesura.—Descuida no pasa nada—sus miras se cruzan y ambos se m
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Capítulo 39: El nuevo integrante.
Al día siguiente, tal como acordó con Sheila va Mustafá por el niño. La chica del servicio se lo acerca a la salida, Sheila los mira por la ventana y se enternece, de lo feliz que se veía Liam en compañía de su padre biológico.—Ven aquí hijo—lo carga Mustafá.—Me dijiste que eras de otro país, quiero conocerlo—manifiesta Liam.—Irás cariño, hasta tendrás tu nacionalidad turca, tú padre es abogado.—Tengo un papá abogado y uno médico.—Así es, el doctor también es tu padre. Fue quien estuvo a tu lado en todo momento, ahora estoy contigo y prometo no apartarme de tu lado nunca.—Ja, ja ja—comienza a carcajearse Liam, por las cosquillas que le hace Mustafá. Suben al auto y parten a su encuentro familiar.Al cabo rato llegan a la casa, todos estaban muy ansiosos, por conocer a Liam en especial Feriyek su abuela.—Buenas tardes familia—saluda Mustafá y todos miran al niño con cariño, velozmente Halide lo carga, está muy emocionada con su presencia.—Se los dije, es un niño muy tierno prov
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Capítulo 40: Desahogo.
Tal cual como lo presintió Meltem. Seda está justo ahora con Murat, platicando en una plaza cómodamente. Sus historias las cree fascinantes, ahora mismo se siente en total libertad sin ansiedades figuradas. Mientras escucha con atención a Murat, emana seguridad en sí misma e internamente el reposo existencial, se apodera de sus pensamientos y aligera sus perplejidades.—Contigo podría pasar horas conversando. Es tan grata tu compañía—expresa Seda con entusiasmo.—Igual yo, eres la compañía perfecta y lo mejor de todo, que sabes escuchar, es muy difícil encontrar a alguien, que te escuche con tanto detenimiento, como lo haces tú Seda.—Ja, ja, ja, en estos momentos contigo, me olvido de mis problemas.—Te veo y pienso, que tu marido es un tonto. Como puede atormentar a una mujer tan maravillosa como tú, necesita una consulta con un psiquiatra.—Posiblemente Mustafá va a parar en loco.—Seguramente lo enloqueciste tú.—Seguramente—asienta Seda con jocosidad.—Ja, ja, ja eres muy simpáti
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