Anastasia tragó saliva, poniéndose cada vez más nerviosa por la gravedad de la situación. — ¿Qué? No, Dominic, no pienso dejarte solo, no quiero que nada malo te pase, yo estoy aquí para ti, y tú estás aquí para mí, ¿Lo recuerdas? — dijo Anastasia, mirando a Dominic a los ojos. Dominic la miró, él sabía perfectamente cuál había sido su promesa, sin embargo, estaba tan aterrorizado ante la idea de saber qué pasaba qué él no quería que ni su bebé ni Anastasia sufrieran daño porque, aunque él no lo hubiera dicho, él ya sabía quién era el que venía en camino, porque había podido percibir su olor, había podido sentir sus pasos, y había escuchado su respiración. Claramente, Dominic no quería que Anastasia tuviera que ser testigo en ese momento del problema que se avecinaba porque, en verdad, iba a suceder lo peor del mundo para ellos. — Anastasia, por favor, deberías de marcharte de aquí, vete para el auto, y prométeme que si yo no regreso, por favor, vete para la casa y avísales a l
Leer más