Todo el cuerpo me temblaba, no pude aguantar más al escuchar cómo José Eduardo cantaba y que jamás iba a perdonarme, así le duela el alma y me ame, jamás va a perdonar mi error. Llegué al auto, debía calmarme, estaba embarazada, era importante controlar mis nervios, mi tristeza, mi arrepentimiento. Limpié mis lágrimas, cuando miré hacia mi busto vi los dos billetes de cincuenta mil que me dio…Nunca me había sentido tan humillada, comencé a llorar de nuevo como si mi mundo hubiera acabado, no podía conducir así. Era un hecho, mañana firmaré el divorcio, él quedará libre, se acabará nuestro matrimonio. Me sentía tan frustrada, fracasé…Se quedaron inconclusos tantos sueños, venía en camino nuestro hijo y no crecerá con su padre. Así él reconozca al bebé, cuando le hagamos la prueba, mi hijo no tendrá un hogar compuesto por su madre, padre y hermana. —Me agarré el cabello, necesitaba respirar, estaba teniendo un ataque de nervios—. La puerta de mi auto se abrió, el aire que ingresó y es
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