Capítulo L. Cuando la ira controla tus actos. Parte 2.
Hanna Pronto la botella del delicioso vino desapareció, y fui a por otra, el alcohol consiguió que me sintiera más alegre, más ligera, y la ira fue desapareciendo, para hacer que me transformara en una descarada, mimada, y rebelde mujer, que estaba, porque no decirlo, totalmente ebria. El calor había hecho que me semi desnudara, permanecí con mi tanga y sujetador blanco, todo cubierto por una camisa de botones blanca, que le había robado al CEO de su armario. Me sentí defraudada, en mi nube ebria, de que no conservara su delicioso olor corporal, la camisa olía a limpio, a suavizante de ropa caro. Había pedido a Alexa que me pusiera una música animada de los años ochenta y noventa para poder bailar. Lo sé, no estaba en mis plenas facultades, pero que podéis espera tras la ira, y la rabia, junto a el alcohol, todos colaboraron para que acabara así, con una copa de vino en las manos, que era como mi mayor, y más necesario accesorio en esos momentos, he intentado acabar con las existen
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