—¡Anaís! ¿Qué estás haciendo? —Evelin se molestó al ver a su amiga en la cocina.—¡Evelin! ¿Qué haces aquí?—Eso pregunto yo —Evelin se cruzó de brazos —Estas de reposo, necesitas recuperarte.—Estoy preparando el desayuno, ya me voy a la cama.—Pero como te encanta inventar, primero me llegas a la oficina con la excusa de que estabas cerca y ahora ¿cuál es?—Evelin, no empieces, a Rafael no le dio tiempo de preparar la comida, por lo tanto, tengo que hacerla, no me puedo quedar con hambre todo el día, ¿o sí? —En ese caso, ¿por qué no me llamaste? ¿O a Fanny? —Están ocupadas y no quería...—Nada, estoy muy, pero muy molesta, pero más con tu marido, ¿qué tiene en la mente? ¿Por qué no cocino? O mejor, ¿por qué no contrata a alguien?—Amiga, ya sabes que ni tenemos para eso, Rafael trabaja y estaba agotado, se levantó tarde.—No hay excusa, porque estoy segura de que cuando ibas al trabajo, tú —Evelin la señalo —preparabas la comida, así estuvieras cansada, ¿por qué él no?Anaís suspi
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