LA REINA DEL MAFIOSO. Capítulo 26.
Silas jamás fue de admitir sus equivocadas ideas, nunca le preocupó en absoluto el resto, menos cuando sus propios intereses se veían afectados. Lo arrogantes lo llevaban en la sangre, pues para Braulio la situación no era muy diferente. Un dicho muy frecuente entre ellos siempre fue que cada ser humano debía cuidar de su mundo, sin importar el del resto. Y siempre lo hicieron. Su mundo eran sus hermanos y padres al principio, cuando Silas se casó, su esposa y su hijo se volvieron el propio, pero aún así no dejó de pensar en las primeras personas que conoció como parte fundamental de su vida. Ahora Braulio tenía esa mentalidad. Su mundo eta Adelina, pues comprendió el hecho de que para sus padres verse envueltos en lo que ahora se había convertido, debía pasar el infierno sobre sus cabezas. Ellos odiaban el crimen, pero lo querían a él. Un dilema que no pensó en dejarles resolver, porque si bien quería mantenerlos a salvo, los quiso hasta el punto de tomar la decisión por ellos. S
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