Luis atrapó su mano.Pero Dulcinea se la soltó.Salió apresurada, sin una pizca de duda, sin derramar una sola lágrima por él. Un hombre que la traicionó y le fue infiel no merecía ni una de sus lágrimas.Se fue sin más.Caminaba por el pasillo, sintiendo el frío en todo su cuerpo, apretando su abrigo contra sí misma…Detrás de ella, la voz desgarradora de Luis resonó:—¡Dulcinea!Dulcinea se dio la vuelta y lo miró fijamente, susurrando:—¡No te acerques!—Luis… ¡No te acerques!—¿De verdad crees que aún podemos seguir adelante? Luis, ¿tú crees que es posible? ¿Qué mujer podría soportarlo? Solo una que no tenga sentimientos por ti, que solo esté interesada en tu dinero y en lo que tanto presumes… Pero yo no puedo, Luis Fernández, no puedo. Cuando me casé contigo, cuando te elegí, era para toda la vida.—Si no se puede, no importa.—Al menos, terminemos bien. Al menos, mantengamos un poco de dignidad.—Y tú, me has decepcionado demasiado.…Terminó de hablar y se dio la vuelta para irs
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