Mario levantó ligeramente la cabeza, luchando por controlar sus emociones. Luego, tomó suavemente la mano de su abuela y dijo con una voz suave y afectuosa: —Yo soy Eulogio... He vuelto...—¡Eulogio ha vuelto!La abuela giró la cabeza hacia él. No podía discernir si era el verdadero Eulogio o no, pero los rasgos le recordaban a Eulogio, al niño que había criado. Sin fuerzas y con apenas un débil latir en su pecho, ya no podía llamar ese nombre. Miraba a su Eulogio, con una sonrisa de paz y tranquilidad en sus labios, porque su Eulogio había regresado. —Eulogio, ¿sabes que vas a ser abuelo? En dos meses nacerá Emma, y la familia Lewis tendrá un nuevo miembro. Eulogio, seguro que te alegrarás al ver a Emma.La noche se hizo más profunda, y en sus últimos momentos, la abuela no quería dejar este mundo, porque Eulogio había vuelto.Mario, sosteniendo su mano, le dijo a los demás: —Quiero quedarme solo con la abuela. Vayan a dormir.Cuando todos se fueron, Mario permaneció en la amplia hab
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