Por la mañana, Abdel salió para conseguir agua para lavarse, mientras Farh cuando lo vio salir empezó a llorar inconsolablemente, sentía asco y repulsión por lo sucedido, jamás imaginó que sentiría tanto odio por alguien.Abdel regresó poco después, algunas chicas de la tribu iban con él, llenaron la bañera con agua tibia, por las noches y las mañanas el desierto solía ser muy frío.Farh se sumergió en la tina, Abdel entró junto a ella, con cuidado lavó su cuerpo, ella volvió a cerrar los ojos, no deseaba verlo, quería convencerse de que aquello era tan solo una pesadilla.—Preciosa, eres divina, te amo —dijo para besarla enseguida.Poco después se reunieron con el jefe para el desayuno, una enorme mesa servida con dátiles, frutos secos, mermeladas, huevos, queso y yogur, la pareja desayunó rápidamente para poder continuar su viaje.—Agradecemos su hospitalidad —Abdel agradeció al jefe.—Es un gusto, y diganme, ¿Por qué viajan por el desierto? La hija de un Jeque debe de viajar cómoda
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