Fahriye no podía creer lo que estaba sucediendo, al ver la sonrisa sardónica del hombre frente a ella, sintió temor y a la vez furia.—Hola, preciosa, ¿Me extrañaste? —el hombre preguntó aún sonriendo.—Eres un imbécil, ¿Cómo pudiste? —Farh deseaba tener la fuerza suficiente para ponerlo en su lugar inmediatamente.Farh no pudo contener toda la ira reprimida, alzó su mano para dirigirla hacia la cara de aquel descarado para golpearlo, él tomó su brazo fuertemente para evitarlo.—No te equivoques Fahriye, pobre de ti si te atreves a golpearme, olvidaré que soy un caballero y podría hacerte daño —sentenció mientras la miraba fijamente, la sonrisa en su rostro se había borrado.—¿Un caballero? Después de lo que me hiciste, ja, ja, ja —Farh se rió irónicamente.—He entendido que mi venganza no es contra ti, tú no tuviste que ver en la muerte de mis padres.—Dejame ir, Abdel —suplicó, aunque sabía que no la dejaría ir tan fácilmente.—No lo haré, sé que podremos ser felices junto a nuestro
Por la mañana, Abdel salió para conseguir agua para lavarse, mientras Farh cuando lo vio salir empezó a llorar inconsolablemente, sentía asco y repulsión por lo sucedido, jamás imaginó que sentiría tanto odio por alguien.Abdel regresó poco después, algunas chicas de la tribu iban con él, llenaron la bañera con agua tibia, por las noches y las mañanas el desierto solía ser muy frío.Farh se sumergió en la tina, Abdel entró junto a ella, con cuidado lavó su cuerpo, ella volvió a cerrar los ojos, no deseaba verlo, quería convencerse de que aquello era tan solo una pesadilla.—Preciosa, eres divina, te amo —dijo para besarla enseguida.Poco después se reunieron con el jefe para el desayuno, una enorme mesa servida con dátiles, frutos secos, mermeladas, huevos, queso y yogur, la pareja desayunó rápidamente para poder continuar su viaje.—Agradecemos su hospitalidad —Abdel agradeció al jefe.—Es un gusto, y diganme, ¿Por qué viajan por el desierto? La hija de un Jeque debe de viajar cómoda
El jefe envió de inmediato a algunos hombres para que ayudarán a aquel desafortunado hombre, enseguida lograron detener al camello, mientras uno de los hombres ayudaba a Carlo.Carlo se sintió avergonzado al escuchar reír a los hombres, enseguida lo llevaron ante el jefe, que afortunadamente hablaba inglés perfectamente.—¿Quién eres y qué haces en mi territorio?Ahmed se molestó al ver a Carlo, era claro que los estaba siguiendo.—Vengo con el Jeque —contestó Carlo enseguida, no sabía de que otra manera justificar su presencia.—¿Lo conoce? —preguntó enseguida el jefe.—Desgraciadamente —Ahmed no podía creer la necedad de ese hombre.—Como le estaba diciendo, su hija y ese hombre se retiraron esta mañana, sí pudieran avanzar de noche les darían pronto alcancé, pero sabemos que correrían un terrible riesgo entre los peligros del desierto, estoy seguro de que se quedarán en la aldea de Omana, tendrán que apresurar el pasó por la mañana, quizás puedan alcanzarlos antes de que crucen a O
Abdel herido de un brazo miraba furioso a Ahmed y a los demás hombres, el Jeque aún empuñaba el arma, era capaz de todo con tal de defender a su hija.—¿Y tú eres el que algún día se dijo mi padre?Abdel trataría de jugar su última carta, la del chantaje, pretendiendo así que Ahmed lo dejará libre.—Te quise como si fueras mi propio hijo, aún cuando me enteré que no lo eres, pero te atreviste a dañar a mi hija, ella es inocente en todo lo sucedido.—Fahriye y yo nos amamos, queremos estar juntos —volteó a ver a la chica que veía horrorizada como la sangre brotaba de su brazo herido —dile a tu padre, mi amor, que me amas y que queremos hacer una vida junto a nuestro hijo.Farh estaba completamente pálida, no podía articular palabra, la esposa del jefe se acercó a ella para abrazarla.—Tranquila, muchacha, estás a salvo, solo dí a tu padre la verdad, lo que tu corazón te dicte —al escucharla, Farh salió del trance.—Lo siento, Abdel, no te amo, como podría amarte después de lo que me hi
La esposa del jefe de la tribu pidió a Carlo que cortara el cordón umbilical de su hija, hecho un mar de nervios y con manos temblorosas procedió a hacerlo, Farh no podía creer que aquel pequeño fuera su hijo, era perfecto, divino.—No quiero que lo toques, ya fue suficiente, sal de aquí, no quiero verte —gritó a Carlo que volteó a verla enseguida, sabía que lo merecía.—Farh, si es lo que deseas te pediré perdón de rodillas, pero no puedes alejarme de la vida de mi hijo, deseo estar con él y contigo.Farh se sentía agotada, era imposible discutir con él en el estado en el que se encontraba, ya tendría tiempo de ponerlo en su lugar.Las mujeres pidieron a Carlo que saliera, limpiarían a Farh y al niño.Carlo salió de la tienda, sentía que su pecho explotaría en cualquier momento por el cúmulo de emociones encontradas, la felicidad por el nacimiento de su hijo, y el saber que podría perderlo junto a Fahriye.Ahmed se acercó a él en cuanto lo vio salir de la tienda.—¿Cómo se encuentra
Vittoria llamó de inmediato a su hijo, quería saber cuanto antes de que se trataba aquello.—Hijo, ¿Quién es ese niño?Carlo empezó a reír, su madre ni siquiera preguntaba cómo había estado.—Es mi hijo —Vittoria no podía creerlo, una gran emoción la embargó en ese momento.—¿Tú hijo? No juegues con mis sentimientos.—En verdad, madre, es mi hijo y de Fahriye.—¿En dónde estás?—En Dubái.—Salimos para allá en esté mismo momento, te llamo en cuanto lleguemos.—No, madre… —Vittoria cortó la llamada sin darle lugar a Carlo de decirle que no fuera, intentó llamarla, pero ni ella ni su padre respondieron las llamadas, por lo visto nada impediría que fueran.—Madre, no debí decirte aún —Se llevó las manos a la cabeza, no quería que los Assad trataran mal a sus padres, ellos no tenían la culpa de la manera en que se había comportado con Fahriye.Mohamed salió de la habitación después de felicitar a Fahriye, Miley salió un poco después.—Algo se traen estos dos chicos, hace días que los notó
Antara se apresuró a salir de la habitación, se dirigió hacia los cuneros, Farh veía horrorizada a su abuela inerte tirada a un lado de la cama, más allá, yacía en medio de un charco color rojo, Carlo.La pobre chica comenzó a gritar desesperada, Ahmed y los demás regresaban del restaurante, al escuchar a su hija gritar corrió hacia la habitación, seguido por Cambell y Zafir, Mía y las otras mujeres fueron a buscar a los guardias.Ahmed se sorprendió al ver a Abdel intentando hacer que Farh se levantara de la cama, mientras cubría su boca para que ya no gritara, el árabe se llenó de furia al ver aquello, inmediatamente se abalanzó sobre él.Abdel no esperaba que regresaran tan pronto, había pagado a una enfermera para que le diera información sobre lo que ocurría dentro, fue la misma que prestó un uniforme y un gafete a Antara para que pudieran entrar en el hospital.—¡Suelta a mi hija! —Ahmed gritó completamente furioso.Abdel se abalanzó sobre el Jeque con el puñal en alto, Ahmed lo
Amira intentó convencer a Mía para que la acompañara a lava el cuerpo de su madre, tal y como la tradición lo requería, debían de lavar el cuerpo un número impar de veces, pero solo mujeres miembros de la familia, al igual que cuando moría un hombre tenían que lavar el cuerpo solo hombres pertenecientes a la familia.—Lo siento, Ahmed, en verdad lo siento, no tengo fuerzas, no soy capaz de lavar el cuerpo de nuestra madre —Mía no paraba de llorar, se sentía apenada con Ahmed y Amira por no poder hacerlo.—Shhh, tranquila, las primas de mi madre acompañarán a Amira —Ahmed a pesar del dolor que estaba sintiendo, trataba de tranquilizar a Mía, la abrazó fuertemente.El cuerpo de Basima fue envuelto de forma ceremoniosa en el kafan, por tradición los ritos funerarios debían de empezar cuanto antes, para que el alma pudiera liberarse cuanto antes, más tarde fue llevado a un lugar al aire libre, dónde se realizó una ceremonía dirigida por el imam.Después de tres días, el cuerpo sería trasl