Todos los capítulos de Papá Millonario ¡En busca de un bebé!: Capítulo 21 - Capítulo 30
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21. Desliz Nocturno
Steve saboreó esos labios que tanto había codiciado, comenzó explorando por fuera, con suavidad, conociéndose por primera vez, pero le gustó tanto lo que encontró, que su codicia crecía a pasos gigantes. Llevó una mano hasta la mejilla de ella y luego se separó unos milímetros, solo por un segundo, respirando ambos agitados, para recorrer con su dedo pulgar el regordete labio inferior, que se moría por mordisquear y así lo hizo.Emma sintió, como los dientes del magnate aprisionaron su labio inferior, chupándolo, provocándola y gimió de placer en respuesta.Una lengua se coló dentro de su boca, buscando la suya, probando el sabor afrutado del vino que tomaron en la cena. La otra mano de Steve fue bajando, acariciando su cintura y la curva de su cadera. Dieron varios pasos cortos hacia atrás, sin dejar de besarse apasionadamente, cuando el marco de la puerta, encerró a Emma entre la madera y el fuerte y masculino cuerpo, que ahora la disfrutaba en profundidad, sin darle oportunidad
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22. ¡¿Vestido de 800 dólares?!
Steve quería hablar con Emma al respecto, pero el momento tampoco era el oportuno y ella enseguida se preparó para salir de compras.Decidieron dejar a Gabriel a cargo de una cuidadora profesional y vigilado en todo momento por Emma, a través de una cámara, para que se pudiese ir en paz.— Ve conmigo en el auto, me dejan en la compañía y luego César te lleva a la tienda departamental - Steve la guio al auto, sin darle tiempo a negarse. Al final, se sentaron los dos en el asiento trasero del coche, en medio de un silencio incómodo.— Hoy tengo una reunión, pero saldré temprano para acompañarte.— No te preocupes, todo está listo para que pases un día agradable, incluso puedes invitar a alguna amiga, para que no estés sola. — Relájate, llevas todo este tiempo, encerrada en la hacienda. — Sigo pensando que podríamos contratar a una persona que te ayudara con Gabriel, para que pudieses descansar, salir sin tanto estrés – le volvió a sugerir, mirándola como ella estaba en el otro extrem
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23. Discusión en el vestidor
— Creo que se confundió de tienda, o más bien de edificio. El pulguero queda en otro sitio – la mujer muy bien vestida, que se notaba con buenas posibilidades, la miró de arriba abajo, como si fuese basura.— Disculpe, pero, creo que estaba en una conversación privada con la señorita, nadie le ha pedido su opinión – Emma le respondió un poco molesta.¿Desde cuándo ser humilde era un crimen? No todos nacían con la cuchara de oro o de plata en la boca. La suya no había sido ni de latón.Que aguantara los abusos de Jennifer, había sido por su hijo, por él, lo soportaría todo, pero no era de las que se quedaba callada mientras la ofendían sin razón.— Cada día esta tienda pierde más exclusividad, si dejan entrar a cualquier chusma a este sitio – la señora pensó que Emma bajaría la cabeza y se escondería como un avestruz, ¿cómo se atrevía a responderle?— Esta señorita que te atiende, está dejando de guiar a un cliente, que sí va a comprar, para perder el tiempo con alguien como tú, que s
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24. Testigo inesperada
Y al decirle que sí, Steve Brown, pasó a través de la cortina y caminó hasta el lado de Emma, que lo miraba asombrada.El resto de las caras, también estaban para fotografía. — Cuñado, ¿qué haces aquí? – Alicia le preguntó un poco confundida y más, cuando lo vio ponerse al lado de la mujer conflictiva.— Vine a comprar ropa, pero al parecer, este sitio se volvió demasiado importante para que cualquiera pueda comprar aquí— y miró a la madre de Alicia.Había escuchado parte de la discusión, cuanto se acercó a la salita, buscando a Emma.Si había algo que Steve odiaba más, era un mal pobre. Su hija vivía de los Brown y ella, era solo la mujer de un pequeño empresario, ¿de dónde sacaba tanta alcurnia?— Cuñado, creo que hay un malentendido, no sabíamos de tu ropa, esta mujer…— La Sra. Green es mi persona, ella iba a comprar a aquí, porque le recomendé la tienda, ¿acaso las ofendió en algo? – se giró para preguntarles a las trabajadoras que negaron enseguida con énfasis.— Ella no ofend
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25. Mis promesas para ti
— ¿Esta es la ropa seleccionada? – cuando al fin reinó la paz, Steve le preguntó a la dependienta.— Sí, siguiendo sus indicaciones, la elegí para la Sra. Green, pero no ha podido probársela. — Disculpe por favor todo este malentendido— la asistente tenía la cara en el suelo. — Sr. Brown, le daremos muchas concesiones en los precios por este malentendido, por favor disculpe Sra. Green— la gerente quería que le salieran mil bocas para disculparse.— No fue su culpa, muchas gracias, pero ya no es necesario, pueden llevarse la ropa, no compraremos nada. — Yo me voy – Emma dijo de repente, caminando a agarrar su pequeño bolso de un mueble donde lo había dejado.— Pero…— la gerente miró al Sr. Brown. — Déjenos a solas, por favor y la ropa que se quede en su sitio – pidió y las dos mujeres salieron, poniendo el cartel de completo reservado afuera, para que nadie más entrara. — Emma, ¿qué sucede? – Steve comenzó a acercarse a ella, que estaba con la cabeza baja y ya la conocía, algo le
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26. Veremos, quién gana al final
— No…no tengo el derecho… es solo la verdad – esquivaba su mirada nerviosa.— Estás celosa, Emma – Steve aseguró divertido, mirando sus mejillas rojas— Tienes todo el derecho a celar a tu hombre, porque eso es lo que soy si me aceptas. Soy todo tuyo, cariño, solo necesito un sí.La voz magnética y seductora de Steve se vertió en su oído, haciéndola derretirse, al estar rodeada de toda su costosa esencia masculina y ese aliento caliente que la derretía por dentro.— No me interesa ninguna otra mujer, la única que me puede poner así con solo un beso, eres tú— y con descaro, tomó su mano y la pasó por la dura erección, que ya empezaba a despertar en su bragueta.Gimiendo ronco en su oído ante el contacto de la caricia. — Steve, estamos…estamos en público…— ¿Y si estuviésemos en privado? ¿Aceptarías continuar lo que empezamos ayer? – chupó el lóbulo de su oreja, mientras las puntas de sus dedos, acariciaban a lo largo del brazo de Emma.Todo en ese hombre gritaba peligro y la mente de
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27. Paquete misterioso
— ¿Estás seguro de que el bebé puede viajar en avión? – Emma volvió a preguntarle a Steve con un poco de preocupación.— Tranquila, tú misma estabas presente cuando el pediatra dijo que sí. — Además, serán pocas horas y en un jet privado, donde solo estaremos nosotros— Steve le volvía a asegurar, camino al hangar donde despegarían a sus próximas vacaciones.Al final, Emma cedió a la compra de toda la nueva ropa, zapatos y accesorios.Se sentía un poco reacia, aceptar todo eso sin una relación definida entre ella y el magnate, pero Steve la convenció con el argumento de que saldrían a varios sitios y quería que ella, no volviera a sentirse como el día en la tienda.Al final, cedió por miedo a avergonzarlo con su ropita de mercadillo.Tomaron su vuelo y en todo el viaje, papá Steve se encargó de entretener a Gabriel para que no llorase. Emma lo miraba a un lado, con el corazón lleno de ternura, ante la imagen del imponente hombre haciendo voces infantiles y cargando a su pequeño bebé,
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28. Salida con mi magnate
Eran condones y una botella de lubricante.Había que ser demasiado lenta para no darse cuenta de lo que significaba que un hombre llevara esto en su equipaje, obviamente era porque pretendía utilizarlo.Lo guardó, como mismo lo había encontrado, dentro de la maleta, sin siquiera desempacarlo y su mente daba vueltas, a todo tipo de pensamientos.Si Steve le había dicho que podía tocar sus pertenencias, sabía que ella daría con esta bolsita y vería el contenido.Era una clara insinuación de las cosas que quería hacerle.El pensar donde iría ese condón y luego en la parte de su cuerpo que se sumergiría, la hicieron comenzar a calentarse.Tragó, intentando despejar todo tipo de escenas para mayores de 18 años que asaltaban su mente.Hablaría con Steve, posiblemente esta noche y después, pensaría muy bien en qué tipo de relación se estarían involucrando.Siempre con su hijo por delante y luego su placer detrás. *****— Señor Carl, de verdad no sabe cuánto le agradezco este favor que me ha
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29. El bebé, es de los dos
Emma miraba a su alrededor, un poco desconcertada. Era un restaurante, eso parecía obvio, pero nada de lo extravagante y asfixiante que se imaginaba.— Ella debe de ser tu hermosa chica, bienvenida a mi humilde restaurante – saludó a Emma con confianza total y le dio dos sonoros besos, uno en cada mejilla.— Cuídalo mucho, que te has llevado a un gran hombre. — Más de una aquí te va a mirar con envidia, pero tú, tranquila, que cuando este chico se enamora, es peor que caballo con anteojera.Emma solo saludó, sonriendo con timidez, pero nadie desmintió que ellos eran pareja. La señora, que al parecer era amiga de Steve, lo llevó a una mesa discreta, pero que daba muy bien al espectáculo, en el que se especializaba este pequeño, pero muy demandado restaurante- pizzería.Las pequeñas mesas redondas, también con manteles a cuadros, estaban todas en el mismo salón, pero a una distancia agradable para la conversación privada.Emma miraba fascinada hacia detrás de un largo mostrador, dond
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30. Encuentro en la oscuridad
— ¿Estás…estás seguro de esto? ¿Renunciarías a los derechos totales sobre el bebé? – le preguntó, aun con dudas de que esto solo fuera una broma cruel.— Nunca debí tenerlos todos tampoco. Tú eres su madre e incluso te mereces esos derechos más que yo, porque lo llevaste por nueve meses y lo diste a luz con mucho dolor y sacrificio.— Desde el inicio, no debí quererte separar de él— Steve confesó, porque no deseaba que esos asuntos quedaran entre ellos, que no le guardara ningún resentimiento.Al inicio no la conocía, ni sabía qué tipo de madre sería, incluso pensaba en darlo en adopción.Se la encontró en una situación tormentosa, con deudas que luego averiguó no eran de ella, pero en su primera impresión, nada le daba buena espina de la vida de Emma.Luego, comprendió que solo la desesperación la había orillado a eso, que Emma amaba a su bebé más que nada en el mundo.Steve sacó el lapicero electrónico y se lo dio para que firmara.Emma afirmó su mano que temblaba, porque este era e
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