James no se dejaría vencer por la terquedad y el orgullo de Sofia, la amaba y lucharía por ella, no podía perderla y mucho menos, por una falacia creada por sus padres y la prensa. En los sucesivos días, intentó todos los medios posibles para convencerla de su amor y devoción: Tulipanes rosas (la flor preferida de Sofia), chocolates, llamadas, mensajes, largas esperas en la puerta de su casa o la universidad. Por ahora nada de eso había funcionado, ella todo el tiempo le salía con sus martes trece. Así y todo, él no se daba por vencido. Ese día, en la tarde Sofia tenía una sesión fotográfica y como James no le perdía el rastro sabía dónde, cómo, cuando, para quien y con quien sería. Y cuando supo que la famosa y lujosa marca de lencería había contratado a Warren Davis para la campaña, se puso en alerta, traía a ese hombre entre ceja y ceja. Esperó pacientemente hasta que Sofia terminó la sesión fotográfica y esta vez, no la dejaría escapar, lo que no sabía era que ella saldría de
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