—Lo siento, oficial, no puede obligarme a subirme a ningún automóvil, no he cometido ningún delito.Del vehículo apostado detrás, se abrió la puerta trasera. —Ya déjate de tonterías, Sofía, y sube al auto. Vamos.Un paso atrás, rigidez, pegando más a su hijo a sí misma, la maestra pudo sentir cómo el azufre picó, emanando desde la voz del propio Gael Cliff quien le había hablado.—¡Auxilio! —Ella quiso aprovechar que había gente grabando, gritando por ayuda como una forma de hacerles ver que esos sujetos eran malos y les querían perjudicar—. ¡Ayúdenme, por favor!—Mamá, mamá, ¿qué ocurre?El gemido de Liam tocó el corazón de Sofía, la enervó en la molestia de vivir ese tétrico momento. Su pequeño hijo estaba muy asustado.—Todo va a estar bien, mi amor. Ya vienen por nosotros, nada malo va a pasarnos.—Hijo mío, ¿no te gustaría ver lo que tengo para ti en la camioneta?—¡No le dirijas la palabra! Y mucho menos lo llames hijo. Tampoco lo mires. —Sofía clavó sus claros ojos en él, con
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