Simón abrió sus ojos encontrando una luz blanca que lo cegaba, que pronto fue eclipsada por la silueta de un hombre.— Te lo advertí Simón, eras mi amigo, te dije que no tocaras a mi hermana.Era Giovanni quien hablaba y el odio en su voz jamás lo había escuchado, quiso hablar con su amigo, aunque ahora dudaba que lo fuera, pero se dio cuenta que un tubo en su garganta no lo dejaría decir palabra alguna, sus ojos se cerraron y la oscuridad lo abrazo, como una madre a la espera del regreso de su hijo.Sus ojos se abrieron una vez más, esta vez sintió su cuerpo en movimiento, aunque notaba que estaba sobre una cama, aun con vista borrosa pudo destituir que un hombre ejercitaba su cuerpo, para que sus músculos no se atrofiaran, quiso hablar, pero la voz no le salió, no por tener un tubo en su garganta, sino que esta estaba tan seca que simplemente no salió sonido alguno.— Se está despertando, duérmelo.Momento, no quería eso, ¿Cuánto tiempo había pasado? Se sentía desorientado perdido,
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