— Familia les presento a Amir Santoro. — dijo con la voz cargada de felicidad y amor, la santa hija de la sombra.
Simón estaba con la vista fija en aquella pantalla, podía jurar que ese bebé lo veía y acusaba, su rostro ya no estaba relajado, ahora la seriedad lo cubría, podía escuchar los gritos de alegría de los presentes, Alejandra lo había conseguido, sin duda era una santa, pero también una gran estratega, al mostrar la ecografía en 3D de su hijo provoco que los asesinos y mafiosos más despiadados y temidos del mundo se rindan ante aquella imagen, aun sentado en el suelo de la sala se atrevió a girar su rostro, como si estuviera en cámara lenta, tratando de que nadie prestara atención a este hecho, llevo su mirada cargada de preocupación a Dante, esperando encontrar en él su propio reflejo de desesperación, pero no fue así, y eso
Los jóvenes creyeron tener suerte cuando al ingresar en la gran casa de la finca la encontraron vacía, sin toparse con nadie ingresaron en el cuarto de Alejandra, no era la primera vez que Simón ingresaba en aquella habitación, pero a diferencia de esa vez, ahora tenía tiempo para ver y analizar su decoración, mientras la joven se duchaba, la BESTIA se sentó en la amplia cama de la joven, la cual tenía barrotes de bronce y no pudo evitar imaginase atando a Ale allí, pero rápidamente esa idea fue borrada al ver que sobre la misma había colgada una gran cruz, lo siguiente que su campo de visión capto fue la biblia que reposaba en la mesa al lado de la cama, asqueado con tan religioso panorama dio vuelta su rostro, las paredes de color crema con unas líneas celestes gritaban romanticismo, al igual que el escritorio frente a una gran ventana, donde un jarrón de cristal sostenía
Alejandra corría por el viñedo percibiendo como su corazón se rompía en mil pedazos, se sentía la persona más estúpida del mundo por creer que alguien tan fuerte, decidido e imponente como Simón se hubiera fijado en ella, ella que no era más que una mujer a medias, una mujer que no estaba a la altura de alguien como la BESTIA, demasiada inocencia, demasiada dulzura, demasiado tonta romántica, estúpida y soñadora. No podía culpar a Dios por esto, toda esta situación la había causado ella misma, Alma se lo había advertido.— No confundas calentura con amor, prima, Simón es un hombre de mundo o mejor dicho de putas, y tu querida mía no lo eres, solo… no dejes que te use, toma de él sus besos y un poco de experiencia, disfruta tu juventud como nosotras y luego busca a alguien que realmente te respete y cuide como te lo mereces.Esas palabras se repetían en su mente, ella era muy “inocente” para el gusto de la BESTIA.— Soy una tonta. — dijo en un susurro mientras descansaba apoyada en un
El sol brillaba anunciando la llegada de un nuevo día, para la mayoría de los italianos sería un día más, cargado de problemas, soluciones, preocupaciones y esperanzas, pero para otros sería un día que jamás olvidarían.Cada medio de comunicación lleno sus páginas y sitios web con una sola noticia, la finca de la familia Santoro, respetados empresarios italianos había sufrido un atentado, algunos medios más osados apuntaban a la vistita de la familia Zabet, como verdaderos blancos de aquel hecho, y que los pobres Santoro solo fueron un daño colateral, algo que a nadie le importo y que no gastaron fuerzas ni energías en confirma o negar tales dichos.— Señor Santoro, ¿es verdad que su familia y su tranquilidad se vio afectad por la visita de la familia de su esposa? — pregunto una mujer rubia de un medio internacional y Alessandro siguió subiendo los escalones de cemento sin siquiera dedicarle una mirada.—Señor Alessandro algunos medios de comunicaciones están afirmando que usted no e
Simón Rossi al fin aceptaba que Dios existía, a sus 24 años reconoció que Dios no desampara a sus siervos, porque solamente por un milagro su santa seguía con vida, no había otra explicación. sentado en uno de los escalones de la mansión Berlusconi, mirando a la nada misma, reconoció la existencia de Dios y del mismo diablo, porque a su parecer ningún humano podría a ver hecho aquello con Alejandra, y eso que él conocía a los peores humanos que pudieron pisar este mundo, cerro sus ojos tratando de borrar la imagen de… la mujer que amaba, aunque aún no se atreviera a reconocerlo en voz alta, él la amaba y conoció lo que era el dolor y sufrimiento solo cuando la observo tirada en aquella bodega, Alejandra Santoro le estaba enseñando demasiadas cosas a este hombre, quizás por eso él se reusaba tanto a ceder a sus sentimientos. La imagen de su rostro ensangrentado, llegó a su mente, habían golpeado su cabeza con tanta furia que solo se distinguía su cabello y el rojo de la sangre, la best
Simón abrió sus ojos encontrando una luz blanca que lo cegaba, que pronto fue eclipsada por la silueta de un hombre.— Te lo advertí Simón, eras mi amigo, te dije que no tocaras a mi hermana.Era Giovanni quien hablaba y el odio en su voz jamás lo había escuchado, quiso hablar con su amigo, aunque ahora dudaba que lo fuera, pero se dio cuenta que un tubo en su garganta no lo dejaría decir palabra alguna, sus ojos se cerraron y la oscuridad lo abrazo, como una madre a la espera del regreso de su hijo.Sus ojos se abrieron una vez más, esta vez sintió su cuerpo en movimiento, aunque notaba que estaba sobre una cama, aun con vista borrosa pudo destituir que un hombre ejercitaba su cuerpo, para que sus músculos no se atrofiaran, quiso hablar, pero la voz no le salió, no por tener un tubo en su garganta, sino que esta estaba tan seca que simplemente no salió sonido alguno.— Se está despertando, duérmelo.Momento, no quería eso, ¿Cuánto tiempo había pasado? Se sentía desorientado perdido,
Alessandro Santoro ingreso en la que una vez fue su finca, su hogar, su lugar seguro, ahora tan distinto, tan vacío, carente de amor y felicidad, solo la oscuridad reinaba en él, mantuvo la vista en frente, hasta que llego al final del camino, encontrándose con la gran casona por la que una vez sus hijos corrieron, miro por el espejo retrovisor y no pudo evitar sentir miedo.— ¿Estas segura? — la pregunta salió en un pequeño susurro, sabía cuál era la respuesta, aun así, quiso preguntar.— Como que me llamo Alejandra Santoro. — respondió la rubia sin temor alguno.La joven madre le dedico una sonrisa tranquilizadora y descendió del automóvil, ayudada por sus custodios, la observo entrar en la casona, tan distinta a como lucia hacia un año atrás, sin embargo, aún poseía la misma luz.— Ella estará bien cariño. — trato de consolarlo Victoria, sabiendo muy bien en que pensaba el hombre.— Sé que es así, pero los recuerdos de aquel día, el dolor que sentí, cuando los médicos dijeron que e
Alejandra Santoro fue arrastrada por Simón fuera de la casona, pero apenas pusieron un pie en el jardín trasero se vieron rodeados de custodios, Alessandro había aprendido la lección, jamás se confiaría en que nadie llegaría por ellos. — Está bien, pueden marcharse. — dijo Alejandra mirando a uno de los custodios que apuntaba a Simón con su arma. — El señor dijo…— comenzó a rebatir el hombre y Alejandra dio dos pasos al frente, con su espalda recta, cabeza en alto al igual que su barbilla y las cejas un poco fruncidas. — Y yo digo que se marchen ¿es que acaso no sabes quién soy? — no hacía falta preguntar, a pesar de que la joven solo había pisado aquella casona dos veces, solo bastaba ver sus ojos para saber que era la santa hija de la sombra, como la luz y la oscuridad batallaban en su interior, por ver cuál de las dos terminaría dominando esos ojos tan raros, verdes con motas negras. — Como usted diga señora. — se limitó a responder el hombre y se marchó junto a los demás guard
Las horas transcurrían, María estaba asustada y conflictuada con su futuro, en el fondo esta mujer no era mala, solo estaba perdida en el profundo océano de la culpa y el dolor, el saber que por su desobediencia y rebeldía su padre había muerto, su madre la había negado echándola a la calle a su suerte, ella solo busco castigarse, sin tener noción realmente del daño que le causaba al único ser humano que jamás dejaría de quererla, su hijo, ahora había llegado el momento de tomar su lugar como madre y cuidar de aquel que ya no era un niño y mucho menos inocente, pero que sin embargo, necesitaba más que nunca el amor de su madre, María Rossi entraría al mundo de la mafia siguiendo a su hijo y porque no a Dante, el hombre la había tratado con respeto desde el primer momento, quizás teniendo unas perspectiva más amplia de lo que sucedió en aquel entonces, eran dos hombres, pero para los ojos de una madre, jamás dejarían de ser unos simples jóvenes.Dante llamaba a cuanto número recordaba,