Tarah Kontos —¡Oh por Dios! ¿Qué hizo? ¿Cómo pudo ser tan torpe? —inquirí mirándolo molesta. El abogado me miró sin un ápice de culpabilidad, fruncí el ceño, sin entender por un momento su reacción, al mismo tiempo que observaba boquiabierta cómo el café manchaba los documentos y parte de mi ropa. La mancha se extendía rápidamente, arruinando la impecable blancura del papel y dejando un rastro de café en mi vestido. Mi mirada se alternó entre los documentos manchados y Maxwell, quien parecía relajado ante lo que acababa de ocurrir. —¡Lo siento, lo siento mucho!, Tarah, que terrible accidente —exclamó Maxwell, tratando de secar la mancha de café con un pañuelo que sacó de su traje, pero en realidad su preocupación me parecía falsa, todo era tan actuado. Lo miré por un momento, y me di cuenta de que sus palabras de arrepentimiento, no coincidían con su expresión corporal, giré mi vista hacia Alexis, y lo pillé sonriendo, aunque al verme que lo estaba mirando trató de ponerse seri
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