Alexis Kontos La brisa del mar entraba a través de la ventana abierta, escuché el ruido de las olas, al romper en la playa como una caricia constante, llenando mis oídos. Moví la nariz e inhalé el grato olor a flores, sentí un peso en el pecho, y la sensación de ese cálido cuerpo sobre el mío, despertó emociones intensas en mí. Abrí los ojos, despertando totalmente y mi corazón saltó en mi pecho emocionado al verlo, durmiendo sobre mi pecho, durmiendo a mi lado, con una expresión apacible en su rostro, muy diferente a la que había mostrado en su último enfrentamiento.Un atisbo de mi pasado turbulento con la madre de Thalía me atormentó por un instante, pero luego lo dejó ir. Tarah no era la misma, no tenían ningún punto de comparación con esa mujer manipuladora y traicionera. Tarah era una mujer fuerte, independiente y, a pesar de su fachada desafiante, era dulce, delicada, empática, había demostrado ser una madre preocupada por su hijo.A pesar de que yo había rechazado al bebé,
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