Le cuento a Gaby, que cuando venía de niña, había una gaveta escondida en su buró, que siempre quería saber que guardaba allí. Pero nunca me dejó mirar. Me hace prometer que nos iremos temprano, a jugar un poco. Y que pasearé sin ropa delante de él, se le ha hecho una obsesión. Trato de oponerme, pero insiste que desea ver mi hermoso cuerpo. —No sé cuánto hace que no veo mis queridas tetas y mis adoradas pompis —dice Gaby y me río.—Ja, ja, ja…, eres un pervertido, ¿qué es eso de mis adoradas pompis y amadas tetas? Ja, ja, ja… Pero amor, mira ahora mi barriga es grande. Trato de escapar, pero dice que es mejor todavía, porque puede ver como va creciendo su bebé dentro de mí. Debe ser hermoso, ver como me crece la barriga todos los días un poco más, solo lo dejo tocarla, no la ve, y quiere hacerlo. Y me convence, le prometo que nos bañaremos juntos.—¿De veras Eve? ¿Nos bañaremos juntos? —pregunta incrédulo con una sonrisa que me desarma— ¡Sólo lo hemos hecho aquella mañana, despué
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