—Gracias por aceptarme, mi amor —se separó de mí y me puso el anillo en mi dedo anular, con manos temblorosas y una sonrisa llena de emoción—. Te amo, te amo. No más es que me digas y nos casamos cuanto antes, mi reina —llenó mi rostro de besos y reí, guardando en lo más profundo de mi ser su reacción.Si nos estamos precipitando o no, ya el tiempo nos lo dirá, por ahora no queremos perder un segundo de tiempo para demostrarnos lo mucho que nos amamos. Casarnos es un paso muy importante y una decisión muy grande, pero es lo que deseamos en el fondo de nuestro corazón. —Comamos o la cena se va a enfriar —le dije, dándole un beso largo y suave en los labios—. Además de que muero de hambre. Sonrió malicioso y, dejando un último beso en mis labios, se sentó frente a mí. Durante la cena no soltó mi mano ni un solo instante. Acariciaba el hermoso anillo de oro que me dio y dejaba uno que otro beso en el dorso de mi mano, sonriendo de una manera contagiosa y que delataba lo feliz que se en
Leer más