El corazón de Julieta latía con fuerza. Sabía que esto le iba a resultar difícil de explicar y, aunque le contara toda la historia, temía que Leandro no le creyera.Justo cuando las dos partes estaban en un punto muerto, Dalila se lanzó a los brazos de Leandro y lloró.—Leandro, no culpes a Julieta. Si quieres culpar a alguien, cúlpame a mí… Yo fui la que vio algo que no debía y ella solo me ahorcó.—¿Te ahorcó?Leandro bajó la cabeza para poder echarle un vistazo al cuello de Dalila. Entonces se percató de las evidentes huellas en su cuello blanco. Sus ojos se hundieron.—Julieta, ¿tú le hiciste esto?Sabiendo que no podía esconder la verdad, Julieta respiró hondo y asintió con la cabeza.—Sí, fui yo quien la atacó, pero fue debido a…—Dalila, tú explicarás el por qué. —Leandro no esperó a que terminara para interrumpirla.Dalila miró con cautela a Julieta. Luego observó temerosamente a Leandro y al final se mordió el labio:—Leandro, olvidemos esto, de todas maneras, estoy bien. Fing
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