Como de costumbre, la semana fue ajetreada y Rebecca apenas tuvo ocasión de descansar, pero al menos su jefe le había aliviado un poco la tarea de teclear, así que su mano fue mejorando poco a poco, apenas sentía dolor ni molestias por la quemadura.Después de aquella noche en la que Rebecca se sinceró con su jefe, apenas podía mirarle a los ojos sin pensar en el patético papel que había desempeñado al, en cierto modo, desahogarse con él. Pero sentía que ahora estaban en paz, ella conocía su secreto y él el suyo, o al menos él conocía la punta del gigantesco iceberg que era su secreto y ella sentía que le ocurría lo mismo en relación con él. Tom se ponía en contacto con su madre casi todas las noches, ya fuera por mensaje o por videollamada. Rebecca sentía que le ardía el pecho cada vez que oía las palabras "Mamá, te echo de menos" salir de la boca de su hijo. Era tan doloroso estar lejos de su hijo, pero de momento era necesario, en un futuro muy cercano volvería a tener a su hijo a
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