Una nueva vida, un nuevo comienzo, acá estoy, en esta ciudad, en este pueblo muy alejado de la capital, aquí nadie me conoce, puedo reiniciar mi vida sin temor. Al llegar al pueblo inmediatamente me dirijo a la oficina de bienes y raíces, para que me entreguen las llaves de mi nuevo hogar. Con mis ahorros compré una pequeña casa, no es la gran casa dónde solía vivir, no tiene muchas habitaciones, ni muebles súper elegantes, sin embargo a pesar que no rebosa tanta elegancia, la casa es bonita, muy cómoda, con amplios ventanales y tiene un hermoso jardín para que Armandito corra a sus anchas. —Señora Amanda, ¿cómo se siente? —Feliz Mariela, creo que aquí voy a encontrar la paz que tanto buscaba y tú Mariela, ¿no te arrepientes de estar aquí?, ¿no te arrepientes de haber dejado a tu gente para seguirme? —No Señora Amanda, cuando usted me dijo lo que pensaba hacer, yo dejé todo arreglado, para que no me buscaran. —Todo se precipitó, la pelea y la caída
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