Sabrina se despidió de su hermano y se fue con Jonathan, estaban felices de saber que ahora Jonathan estaba mejor. Cuando Bennett entró a la habitaicon, Brianda estaba durmiendo, estaba sola. Ella abrió los ojos, Bennett mirò las vendas en sus muñecas que indicaban que se había intentado quitar la vida. La mujer intentó enderezar su postura, pero él no la dejó. —Por favor, descansa —dijo al verla tan endeble Ella lo mirò con ojos llorosos, suplicantes. —¡No me dejes, Bennett! Quédate conmigo, te necesito, si te vas, me mataré, ¡no soporto la idea de estar sin ti! —exclamó —Por favor, Bri, no lo hagas así, no puedes obligarme a esto, ni dañarte más, entiende, no quería lastimarte, de verdad, por favor, no vuelvas a lastimarte. —Solo si te quedas conmigo no lo harè, pero, si me dejas, entonces, juro que me mataré, porque te amo, sin ti ya no quiero vivir. Bennett se quedó perplejo, ella no dejaba de llorar. Briseida entró y los mirò. —¿Estás feliz, Bennett Ford? Mira cómo está
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