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Todos los capítulos de Soy la esposa del tío de mi ex: Capítulo 161 - Capítulo 170
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Capítulo: El corazón de los Ford
Un mes después. Evangelyn cuidaba a su madre, ella estaba por salir al fin del hospital. Marcus entró, estaba feliz, ayudó a su esposa a salir de la habitación, ella iba despacio, debían ir al auto, e ir a casa. Empresa Ford. Bennett estaba en la oficina, debía acabar de revisar esos reportes y salir para ir a casa, su madre hoy volvía, estaba feliz. Pero, incluso eso le sabía agridulce, no podía olvidar la traición y el odio que crecía en su interior. Margaret llegó a la oficina, tenía mucho miedo, pero se atrevió a entrar, se sorprendió de que nadie le impidiera la entrada, supo enseguida que era probable que Bennett no creyera que ella lo vendría a buscar. Estuvo a punto de arrepentirse, pero tocò su vientre, sintió la fortaleza para ir a buscarlo. «Èl debe saber que será papá, no puedo negarle mi hijo a su padre» Margaret subió al elevador, su corazón temblaba, igual que su cuerpo. Al abrirse la puerta del elevador, ella observó que la secretaria ya se había marchado, apr
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Capítulo: Él está muriendo
Al día siguiente. Jonathan estaba en su consultorio, revisaba a su último paciente, y ya debía irse, cuando el paciente se fue, guardó sus cosas, se sentía cansado, consumir el medicamento de quimioterapia le causaba ciertos malestares, los doctores esperaban un donador de medula ósea, era su única oportunidad para poder curarse del cáncer que lo afectaba. Sin embargo, Jonathan no esperaba nada, no tenía esperanza en su corazón, solo aguardaba el día en que el final llegará. Su hermano mayor murió de lo mismo, y ni él pudo salvarlo, así que no esperaba nada mejor. Observó a Aranza llegar, sonrió al verlo. —¿Estás listo para irnos? Él asintió. Ella lo observó tan pálido. —Te ves pálido, ¿quieres ir al hospital?? —Estoy bien. —Jonathan, recuerda lo que nos dijo el médico, debemos siempre prestar atención a nuestros síntomas, enfermarnos solo dañara nuestro sistema inmune, recuérdalo. —Estoy bien, mejor vamos por Danielito, tu hijo te necesita. Ella se acercò a Jonathan, lo abr
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Capítulo: Sigues siendo mi amor
Sabrina sintió que le faltaba la respiración, no podía creer lo que escuchaba, Jonathan estaba enfermo, estaba muriendo, ella tuvo un gran temor. —Mi padre… ¿tiene cáncer? —exclamó Andrés con dolor Sabrina vio en la expresión de Aranza que ella lo sabía bien. —¿Tú lo sabias, mujer? ¿Por qué no querías que nos dijeran nada? —Esa era la voluntad de Jonathan, pero este doctor no tiene ética profesional —sentenció Aranza con ojos severos. —Puede pensar lo que quiera, Aranza, pero antes de ser médico de Jonathan, también soy su colega, y amigo, no permitiré que muera sin decírselo a su familia para que puedan hacer algo por él. —Claro que no lo juzgamos, doctor, hizo lo correcto, yo soy quien decide por mi padre, no lo dejaré morir, y tu mujer, vete ahora mismo de aquí, ¡no quiero volver a verte! —sentenció Andrés Los ojos de Aranza se abrieron incrédulos. —¡No puedes correrme! Tengo un hijo de Jonathan tengo derecho. Sabrina abrió ojso enormes casi lanza un grito al escucharlo. A
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Capítulo: Un favor de vida
Al día siguiente. Andrés, Marcus y Bennett se hicieron las pruebas, Natalia no podría hacerla, y se sintió triste cuando se lo dijeron, estando embarazada no podría donar. Evana fue al hospital, necesitaba estar con Sabrina, ella le contó todo. —No puedo creer que Jonathan tenga una con otra mujer, eso significa que te engañó, Sabrina. —No me importa, y sé que es horrible, pero, solo quiero que se salve, Evana, no quiero perderlo, aunque me duela su engaño. Evana la abrazó, le dolía verla tan angustiada. —Entiendo, en el fondo aun lo amas, ¿verdad? —Sí, pero, de que sirve, Evana, yo ya he perdido su amor, ni siquiera supe cuando fue que lo perdí. Una semana después. Andrés y Natalia decidieron posponer su boda, lo más importante era la salud de Jonathan, ya que varias infecciones lo habían atormentado. Jonathan despertó en su cama de hospital y vio a Sabrina ahí, sonrió, ella lo cuidaba. —Sabrina… Ella abrió los ojos, se acercò a él —¿Estás bien? Él asintió —Debe ir a de
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Capítulo: Mentirosa
Margaret llegó a su casa, hacía frío, al entrar encendió la pequeña chimenea que le servía para no padecer frío, aunque, a decir verdad, eso provocaba tal humo que le daba tos, sabía que no era algo bueno, pero el inclemente clima invernal le daba resfríos que no podía permitirse para su bebé. Estaba yendo a consultas con un médico gratuito en su barrio, pero él solo la atendería por poco tiempo, era un hombre amable, pero se notaba que estaba más que interesado, Margaret no era culpable, ella no sentía nada por él, pero necesitaba ayuda para su bebé. —No puedo volver a encontrarme con ningún Ford, ¿y si me llegan a quitar a mi bebé? No ellos no quieren nada de mí, pero ¿y si lo hacen por venganza? Debo escapar de este lugar, si tan solo me pudieran contratar de nuevo en alguna empresa, pero con mi embarazo no podré conseguirlo —dijo con voz triste. En el hospital. Evana estaba pensativa, Sabrina se sentó frente a ella, observó que estaba algo ausente —¿Qué ha pasado? —Lo siento,
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Capítulo: Bocanada de amor
Andrés se negó a decirle nada a su madre, y cuando ella le indicó que podría pasar a ver a su padre, Andrés quiso ir primero él. —déjame hablar con mi papá primero, por favor, madre. Sabrina aceptó. Andrés caminó por el pasillo, y llegó hasta la habitación de su padre, era la primera vez desde su operación que podía verlo. Sonrió al verlo tan bien, se veía mejor de salud, aunque aún seguía pálido, había perdido mucho peso. —¡Padre! —Hijo, me alegro tanto de verte. —¿Cómo te sientes? —Me siento mejor, más fuerte, creo que pronto estaré como nuevo, todo te lo debo a ti, hijo, salvaste mi vida. Andrés tocò su mano, sonrió, sus ojos se volvieron brillantes. —Padre, ¿Por qué no nos dijiste lo que te pasaba? —Pensé que iba a morir, Andrés, no quería que sufrieras viendo como mi agonía. —Padre, no digas eso, para eso soy tu hijo para cuidarte, para estar siempre contigo. Jonathan lo abrazó. —Te quiero, hijo, estoy tan orgulloso de ti. Andrés sonrió. —Hay algo que debo decirte,
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Capítulo: Una boda especial
Luego de varias semanas, por fin se dio el matrimonio de Natalia y Andrés, esta vez quisieron hacerlo a lo grande. Natalia se arreglaba frente al espejo, Evana entró, sonrió al verla, sus ojos se volvieron llorosos, estaba muy emocionada. —¡Te ves como una princesa! —exclamó con ojos llorosos. —¡Madre, me harás llorar! Evana la tomó de la mano, acarició su rostro. —Voy a contarte algo, antes de ustedes, tuve otro hijo, mi pequeño bebé, un tesoro que perdí, porque murió al nacer, sentí que, estaba muerta en vida, pero, conseguí esperanza, tu padre fue mi sol en primavera, me revivió con su amor, luego llegaron ustedes, sé que no naciste de mi vientre, pero eres como mi hijo que no nació, eres mi maravilla, eres mi hija, porque me enseñaste que hay hijos que nacen del amor. Natalia no pudo evitar llorar, abrazó a su madre. —¡Te amo, madre! Te amo mucho. Evangelyn entró, no pudo evitar también llorar. —¡Basta, estamos arruinando nuestros maquillajes! Mira que hermosa novia, André
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Capítulo: Volverte a ver.
Seis meses después. Natalia tocaba su vientre ya abultado, tenía siete meses, en dos meses daría luz a un pequeño niño. Luego de volver de la luna de miel, comenzaron los problemas de salud, su presión arterial que se elevaba y descendía, el doctor consideró que era mejor cuidarse mucho, por lo que ella no pudo volver a la empresa. Sin embargo, en todo ese tiempo, Marcus, Bennett y Andrés se las arreglaron para seguir trabajando y llevando acabo el plan de trabajo que Natalia había dejado. A ella no le importaba no trabajar, estaba dedicada a su labor de madre, y solo quería dar a luz a un hijo sano, esa era su única preocupación, no quería arriesgar su salud, ni la de su bebé. Evana estaba en la casa de Sabrina, Natalia y Andrés decidieron vivir ahí por un tiempo, sobre todo porque Sabrina así no se sentiría sola, ya que ella también debía cuidar a Jonathan, que cada vez estaba mejor. Por si fuera poco, Sabrina también cuidaba mucho de Aranza, aunque Evana no le tenía mucha conf
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Capítulo: Un cruel rechazo
—¿Se conocen, mi amor? —exclamó Brianda con sorpresa, alzó las cejas y mirò a Margaret con repudio—. ¿Me gustaría saber como es que mi prometido conoce a una asquerosa vendedora de dulces? —espetó Bennett mirò a Margaret fijamente, sus ojos eran grandes, la miraba con estupor, pero los recuerdos de la mentira y el dolor vivido vinieron a él, como una ráfaga repentina, que provocó que sus ojos se volvieran severos. —No, no la conozco, confundí a esta vendedora con otra persona, pero no es ella, Margaret está muerta, Margaret no existe, ni en el mundo, ni en mi corazón, ella está muerta para mí. Bennett tomó la mano de la mujer, le dio un beso dulce y los ojos de Margaret le miraban impactados. —Vamos a nuestro pent-house, cariño, disfrutemos de nuestro amor. Brianda sonrió, subieron al auto. Antes de arrancar, Bennett aun lanzó una mirada hacia Margaret, ella tenía ojos llorosos, no levantó la vista, la mujer recogía los dulces del suelo, los ponía en su canasta, a pesar de su avan
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Capítulo: ¿Es un bebé Ford?
Al día siguiente. Margaret salió temprano, antes de ir a vender, debía ir al médico, iba caminando, no se fijó en que momento, al cruzar la calle, casi es arrollada por un auto, que paro en seco. Ella se asustó mucho. El hombre bajó del auto, mirò su rostro. —¿Estás bien? —exclamó asustado al ver su embarazo avanzado. —Sí… lo siento, no vi el auto. Él asintió. —Está bien, no te angusties, ¿te conozco? —exclamó Oscar Ella levantó la mirada, supo que lo conocía, era el hijo del abogado del señor Ford, claro que sí. Sus mejillas se volvieron rojas. —No… —murmuró —Si te conozco, eres la exnovia de Bennett Ford, la mujer con la que se iba a casar. Ella pasó del escarlata en su rostro, al blanco pálido de los nervios, de pronto sintió que se iba a desmayar, se aferró a no caer al suelo, siendo sostenida por el hombre. —No te desmayes, por favor, vamos, te llevaré al médico. Él la llevó hasta el auto, Margaret quiso negarse, al final la pudo meter al auto, y ella ahí, perdió el
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