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Margaret llegó a su casa, hacía frío, al entrar encendió la pequeña chimenea que le servía para no padecer frío, aunque, a decir verdad, eso provocaba tal humo que le daba tos, sabía que no era algo bueno, pero el inclemente clima invernal le daba resfríos que no podía permitirse para su bebé. Estaba yendo a consultas con un médico gratuito en su barrio, pero él solo la atendería por poco tiempo, era un hombre amable, pero se notaba que estaba más que interesado, Margaret no era culpable, ella no sentía nada por él, pero necesitaba ayuda para su bebé. —No puedo volver a encontrarme con ningún Ford, ¿y si me llegan a quitar a mi bebé? No ellos no quieren nada de mí, pero ¿y si lo hacen por venganza? Debo escapar de este lugar, si tan solo me pudieran contratar de nuevo en alguna empresa, pero con mi embarazo no podré conseguirlo —dijo con voz triste. En el hospital. Evana estaba pensativa, Sabrina se sentó frente a ella, observó que estaba algo ausente —¿Qué ha pasado? —Lo siento,
Andrés se negó a decirle nada a su madre, y cuando ella le indicó que podría pasar a ver a su padre, Andrés quiso ir primero él. —déjame hablar con mi papá primero, por favor, madre. Sabrina aceptó. Andrés caminó por el pasillo, y llegó hasta la habitación de su padre, era la primera vez desde su operación que podía verlo. Sonrió al verlo tan bien, se veía mejor de salud, aunque aún seguía pálido, había perdido mucho peso. —¡Padre! —Hijo, me alegro tanto de verte. —¿Cómo te sientes? —Me siento mejor, más fuerte, creo que pronto estaré como nuevo, todo te lo debo a ti, hijo, salvaste mi vida. Andrés tocò su mano, sonrió, sus ojos se volvieron brillantes. —Padre, ¿Por qué no nos dijiste lo que te pasaba? —Pensé que iba a morir, Andrés, no quería que sufrieras viendo como mi agonía. —Padre, no digas eso, para eso soy tu hijo para cuidarte, para estar siempre contigo. Jonathan lo abrazó. —Te quiero, hijo, estoy tan orgulloso de ti. Andrés sonrió. —Hay algo que debo decirte,
Luego de varias semanas, por fin se dio el matrimonio de Natalia y Andrés, esta vez quisieron hacerlo a lo grande. Natalia se arreglaba frente al espejo, Evana entró, sonrió al verla, sus ojos se volvieron llorosos, estaba muy emocionada. —¡Te ves como una princesa! —exclamó con ojos llorosos. —¡Madre, me harás llorar! Evana la tomó de la mano, acarició su rostro. —Voy a contarte algo, antes de ustedes, tuve otro hijo, mi pequeño bebé, un tesoro que perdí, porque murió al nacer, sentí que, estaba muerta en vida, pero, conseguí esperanza, tu padre fue mi sol en primavera, me revivió con su amor, luego llegaron ustedes, sé que no naciste de mi vientre, pero eres como mi hijo que no nació, eres mi maravilla, eres mi hija, porque me enseñaste que hay hijos que nacen del amor. Natalia no pudo evitar llorar, abrazó a su madre. —¡Te amo, madre! Te amo mucho. Evangelyn entró, no pudo evitar también llorar. —¡Basta, estamos arruinando nuestros maquillajes! Mira que hermosa novia, André
Seis meses después. Natalia tocaba su vientre ya abultado, tenía siete meses, en dos meses daría luz a un pequeño niño. Luego de volver de la luna de miel, comenzaron los problemas de salud, su presión arterial que se elevaba y descendía, el doctor consideró que era mejor cuidarse mucho, por lo que ella no pudo volver a la empresa. Sin embargo, en todo ese tiempo, Marcus, Bennett y Andrés se las arreglaron para seguir trabajando y llevando acabo el plan de trabajo que Natalia había dejado. A ella no le importaba no trabajar, estaba dedicada a su labor de madre, y solo quería dar a luz a un hijo sano, esa era su única preocupación, no quería arriesgar su salud, ni la de su bebé. Evana estaba en la casa de Sabrina, Natalia y Andrés decidieron vivir ahí por un tiempo, sobre todo porque Sabrina así no se sentiría sola, ya que ella también debía cuidar a Jonathan, que cada vez estaba mejor. Por si fuera poco, Sabrina también cuidaba mucho de Aranza, aunque Evana no le tenía mucha conf
—¿Se conocen, mi amor? —exclamó Brianda con sorpresa, alzó las cejas y mirò a Margaret con repudio—. ¿Me gustaría saber como es que mi prometido conoce a una asquerosa vendedora de dulces? —espetó Bennett mirò a Margaret fijamente, sus ojos eran grandes, la miraba con estupor, pero los recuerdos de la mentira y el dolor vivido vinieron a él, como una ráfaga repentina, que provocó que sus ojos se volvieran severos. —No, no la conozco, confundí a esta vendedora con otra persona, pero no es ella, Margaret está muerta, Margaret no existe, ni en el mundo, ni en mi corazón, ella está muerta para mí. Bennett tomó la mano de la mujer, le dio un beso dulce y los ojos de Margaret le miraban impactados. —Vamos a nuestro pent-house, cariño, disfrutemos de nuestro amor. Brianda sonrió, subieron al auto. Antes de arrancar, Bennett aun lanzó una mirada hacia Margaret, ella tenía ojos llorosos, no levantó la vista, la mujer recogía los dulces del suelo, los ponía en su canasta, a pesar de su avan
Al día siguiente. Margaret salió temprano, antes de ir a vender, debía ir al médico, iba caminando, no se fijó en que momento, al cruzar la calle, casi es arrollada por un auto, que paro en seco. Ella se asustó mucho. El hombre bajó del auto, mirò su rostro. —¿Estás bien? —exclamó asustado al ver su embarazo avanzado. —Sí… lo siento, no vi el auto. Él asintió. —Está bien, no te angusties, ¿te conozco? —exclamó Oscar Ella levantó la mirada, supo que lo conocía, era el hijo del abogado del señor Ford, claro que sí. Sus mejillas se volvieron rojas. —No… —murmuró —Si te conozco, eres la exnovia de Bennett Ford, la mujer con la que se iba a casar. Ella pasó del escarlata en su rostro, al blanco pálido de los nervios, de pronto sintió que se iba a desmayar, se aferró a no caer al suelo, siendo sostenida por el hombre. —No te desmayes, por favor, vamos, te llevaré al médico. Él la llevó hasta el auto, Margaret quiso negarse, al final la pudo meter al auto, y ella ahí, perdió el
Margaret se quedó perpleja no sabía que decir. —Sí —espetó Los ojos de Evangelyn se abrieron enormes, igual que los de Oscar. —¿Entonces, fuiste infiel a mi hermano también? Encima de que lo traicionaste, lo engañaste con otro, y es fácil de prever por los meses de embarazo que tienes, ¡que decepción! —exclamó Evangelyn, quien lanzó una mirada severa contra Oscar quien se quedó mudo. Evangelyn se fue. Oscar intentó ir por ella, pero Evangelyn lo detuvo. —Perdóname, por favor, no quise meterte en un buen lio, pero… —¿Ese hijo que esperas es de Bennett Ford? Margaret se puso pálida y él lo supo. —¿Por qué no se lo dijiste a Bennett? Ella hundió la mirada —No puedo, él me odia. Oscar sintió pesar por la chica. —Y, además, sé que él va a casarse con otra mujer —dijo Margaret con un dolor en su pecho. —Es verdad, lo siento, vamos, te llevaré a casa. Evangelyn subió a su auto, pero no podía creerlo, Oscar no parecía esa clase de hombre, y Margaret estaba muy embarazada, hubo u
Natalia se sintió fatal, tocò su vientre. —¡He sido tan mala con Margaret! Mientras yo tengo un embarazo cuidado y todos me han consentido, ella debe estar pasándolo fatal, Evangelyn, ¡he sido una tonta egoísta! Debes llevarme a verla, debo hablar con ella. Evangelyn asintió con rapidez. —Debemos ayudarla, y Bennett se merece un buen jalón de orejas, se ha comportado como un patán, Natalia. Natalia y Evangelyn salieron de casa, Evangelyn condujo de nuevo hasta ese barrio. Bennett investigaba donde poder hallar a Margaret, revisaba en sus redes sociales, pero ella no habái estado activa desde hace mucho tiempo, volvió a la misma calle donde vendió dulces, nada, ella no estaba por ningún lado. —¡Maldición, es que no se la pudo tragar la tierra! —exclamó con frustración Recibió una llamada, era Brianda, estaba harto, no quería responderle, pero tras esa llamada siguieron una infinidad más, hasta que él tuvo que responder. —¿Dónde estás, Bennett Ford? No me has llamado en todo el d