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—¿Se conocen, mi amor? —exclamó Brianda con sorpresa, alzó las cejas y mirò a Margaret con repudio—. ¿Me gustaría saber como es que mi prometido conoce a una asquerosa vendedora de dulces? —espetó Bennett mirò a Margaret fijamente, sus ojos eran grandes, la miraba con estupor, pero los recuerdos de la mentira y el dolor vivido vinieron a él, como una ráfaga repentina, que provocó que sus ojos se volvieran severos. —No, no la conozco, confundí a esta vendedora con otra persona, pero no es ella, Margaret está muerta, Margaret no existe, ni en el mundo, ni en mi corazón, ella está muerta para mí. Bennett tomó la mano de la mujer, le dio un beso dulce y los ojos de Margaret le miraban impactados. —Vamos a nuestro pent-house, cariño, disfrutemos de nuestro amor. Brianda sonrió, subieron al auto. Antes de arrancar, Bennett aun lanzó una mirada hacia Margaret, ella tenía ojos llorosos, no levantó la vista, la mujer recogía los dulces del suelo, los ponía en su canasta, a pesar de su avan
Al día siguiente. Margaret salió temprano, antes de ir a vender, debía ir al médico, iba caminando, no se fijó en que momento, al cruzar la calle, casi es arrollada por un auto, que paro en seco. Ella se asustó mucho. El hombre bajó del auto, mirò su rostro. —¿Estás bien? —exclamó asustado al ver su embarazo avanzado. —Sí… lo siento, no vi el auto. Él asintió. —Está bien, no te angusties, ¿te conozco? —exclamó Oscar Ella levantó la mirada, supo que lo conocía, era el hijo del abogado del señor Ford, claro que sí. Sus mejillas se volvieron rojas. —No… —murmuró —Si te conozco, eres la exnovia de Bennett Ford, la mujer con la que se iba a casar. Ella pasó del escarlata en su rostro, al blanco pálido de los nervios, de pronto sintió que se iba a desmayar, se aferró a no caer al suelo, siendo sostenida por el hombre. —No te desmayes, por favor, vamos, te llevaré al médico. Él la llevó hasta el auto, Margaret quiso negarse, al final la pudo meter al auto, y ella ahí, perdió el
Margaret se quedó perpleja no sabía que decir. —Sí —espetó Los ojos de Evangelyn se abrieron enormes, igual que los de Oscar. —¿Entonces, fuiste infiel a mi hermano también? Encima de que lo traicionaste, lo engañaste con otro, y es fácil de prever por los meses de embarazo que tienes, ¡que decepción! —exclamó Evangelyn, quien lanzó una mirada severa contra Oscar quien se quedó mudo. Evangelyn se fue. Oscar intentó ir por ella, pero Evangelyn lo detuvo. —Perdóname, por favor, no quise meterte en un buen lio, pero… —¿Ese hijo que esperas es de Bennett Ford? Margaret se puso pálida y él lo supo. —¿Por qué no se lo dijiste a Bennett? Ella hundió la mirada —No puedo, él me odia. Oscar sintió pesar por la chica. —Y, además, sé que él va a casarse con otra mujer —dijo Margaret con un dolor en su pecho. —Es verdad, lo siento, vamos, te llevaré a casa. Evangelyn subió a su auto, pero no podía creerlo, Oscar no parecía esa clase de hombre, y Margaret estaba muy embarazada, hubo u
Natalia se sintió fatal, tocò su vientre. —¡He sido tan mala con Margaret! Mientras yo tengo un embarazo cuidado y todos me han consentido, ella debe estar pasándolo fatal, Evangelyn, ¡he sido una tonta egoísta! Debes llevarme a verla, debo hablar con ella. Evangelyn asintió con rapidez. —Debemos ayudarla, y Bennett se merece un buen jalón de orejas, se ha comportado como un patán, Natalia. Natalia y Evangelyn salieron de casa, Evangelyn condujo de nuevo hasta ese barrio. Bennett investigaba donde poder hallar a Margaret, revisaba en sus redes sociales, pero ella no habái estado activa desde hace mucho tiempo, volvió a la misma calle donde vendió dulces, nada, ella no estaba por ningún lado. —¡Maldición, es que no se la pudo tragar la tierra! —exclamó con frustración Recibió una llamada, era Brianda, estaba harto, no quería responderle, pero tras esa llamada siguieron una infinidad más, hasta que él tuvo que responder. —¿Dónde estás, Bennett Ford? No me has llamado en todo el d
—¿Qué dices? ¡Bennett Ford! ¿Estás enterado de esto? —Ella… ¡es una mentirosa, madre! Ese niño seguro de que no es mío. Evana mirò a su hijo con estupor, abofeteó su rostro con rabia. —¡Eres un malcriado! ¿Qué clase de hijo crie? No puedo creer que digas algo tan cruel sin estar seguro de la verdad. Marcus bajó la escalera al escuchar el drama que sucedía en la planta baja. —¿Qué es lo que pasa? —exclamó —Lo que pasa, es que tu hijo se ha convertido en un tonto. Bennett tocò su mejilla con dolor, las lágrimas rebotaron por sus ojos. —Margaret está embarazada, y tu hijo en lugar de investigar si el niño es suyo, en lugar de ya saberlo, la mantiene sola, desprotegida, mientras seguro de que Margaret sufre, sola, haciéndose cargo de todo, ¡eso es ser un canalla! No te enseñé eso en la vida, Bennett Ford. —Él va a buscarla, va a hacerse cargo, no permitir que ningún Ford esté sin nuestra protección. —¿Cómo? —exclamó Evana con ojos severos—. ¿Tú lo sabías y no me dijiste nada, Mar
—¡Madre! ¿Cómo puedes hacerme esto? —exclamó Bennett—. ¿Acaso olvidaste que yo soy tu hijo? Evana le mirò con ojos severos. —¡Ya basta, Bennett! No eres más un niño, ahora ya eres un hombre. Bennett mirò a Margaret. —Yo no voy a huir de mi responsabilidad, pero, antes quiero saber si el hijo que esperas es mío o no. Margaret estaba asustada, con la cabeza agachada, Pero, al escuchar sus palabras levantó la mirada, tocò su vientre por instinto. —Sí, Bennett, este bebé que espero es tuyo. Los ojos de Bennet se ensancharon tanto que casi salían de sus cuencas se quedó perplejo. Tragó saliva. —Vas a tener que demostrarlo, porque ya no creo en ti, Margaret, quiero una prueba de paternidad. Fue el turno de Margaret de quedarse impactada, bajó la mirada, intentó no llorar, tenía un nudo en su garganta. Evana negó, moviendo su cabeza de un lado a otro, había una profunda decepción en su gesto, no podía creer que su propio hijo fuera tan tonto. —Puedes tener tu prueba de paternidad,
—¡¿Qué dices?! ¿Me fuiste infiel, Bennett Ford? —exclamó la mujer con ojos llorosos. —No te fui infiel. —Es mejor que los dejemos platicar, vamos, Margaret, vamos, Marcus. —¡No! Está mujerzuela debe salir de aquí, debe irse de nuestras vidas para siempre. La mujer casi golpeaba a Margaret, cuando Bennett alcanzó a detener su mano. —¡No te atrevas! Ella lleva en su vientre a mi hijo, cualquier daño contra ella, es como si se lo hicieras a mi hijo, y eso jamás te lo perdonaré. Evana respiró aliviada, sacó de ahí a Margaret. —Creo que debería irme, no quiero arruinar la vida de Bennett, èl se ha recuperado luego de mi mentira, no quiero seguir lastimándolo. Evana tomó la mano de Margaret. —Margaret, cometiste un error, eso es cierto, pero eso es el pasado, ya lo olvidamos, te hemos perdonado, igual que a Irina, que esperemos que descanse en paz, no solemos vivir del pasado, menos cuando te han lastimado tanto, además, queremos que nuestro nieto sea feliz, nuestros nietos deben te
Cuando Brianda llegó a casa no dejaba de llorar, su madre la observaba angustiada. —¡Dime lo que ha pasado! Deja de llorar como una niña, por favor. Brianda mirò a su madre a los ojos. —¡Me dejó! Bennett terminó conmigo, ¡creo que me volveré loca! —exclamó entre el llanto Su madre la abrazó. —¿Cómo puede ser posible? —Resulta que su exnovia está embarazada, y ahora me dejó por esa zorra, ¡No! ¡No! No puede esa m*****a arruinar mis planes, estaba a punto de ser la señora Ford, ¡la odio! ¡Ojalá que se muera! —Bri, ¡Oh, cariño! No te angusties, conseguiremos a otro hombre rico con el que te cases, amor. —¡No! ¿No lo entiendes? No quiero otro, ¡lo quiero a él! Además, él es guapo, rico, tiene todo lo que necesito, no puedo perderlo por esa estúpida, ¡no puedo! —¿Y que harás? ¿Rogarle? Brianda se quedó pensativa. —Harè lo que tenga que hacer, pero te lo aseguro, esa mujerzuela se va a arrepentir de haberse metido en mi camino, lo juro —sentenció —Hija, eres hermosa, exitosa, mej