101. Compartiendo mesa
—Miriam, ¿ha pasado algo? ¿Por qué volviste tan rápido? —pregunta Danna, con un toque de preocupación.—Lo acabo de ver...—¿A quién? —pregunta Danna, algo inquieta.—A Giovanni.—¿¡Está aquí?! —se exalta Bárbara, sorprendida.—Sí, está afuera, en la terraza.—¿No será que estás viendo fantasmas? Quizás solo es un tipo que se parece a él —sugiere Danna, intentando aliviar la tensión.—Danna, aún no estoy borracha. Sé lo que vi.—Déjame ir a ver —dice Bárbara, con un brillo de curiosidad en los ojos.—Sí, pero no dejes que te vea. Ve con cuidado —advierte Danna.—No, no creo que sea buena idea —digo, sacudiendo la cabeza—. Si te ve, pensará que te mandé a espiarlo.—Tranquila, sé cómo pasar desapercibida. No te preocupes.Danna y yo observamos desde la mesa mientras Bárbara, con su elegante vestido negro y gafas doradas, se desliza con sigilo entre la multitud como si fuera un ángel de Charlie. Cada tanto se agacha entre los grupos de personas, fingiendo que está buscando algo en el su
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