Giovanni entró a su despacho, dentro lo esperaban su jefe de seguridad y Lino. No era así como había esperado que se diera su encuentro, pero no iba a seguirlo postergando más. Su investigador le había entregado un informe más completo sobre Lino apenas unos días atrás, un poco más tarde de lo que habían acordado.Lino miró detrás de Giovanni como si esperara que alguien más se uniera a ellos, probablemente su hija. Bueno, eso no iba pasar. Samantha estaba a salvo lejos de su padre. Confiaba en que ella cumpliera su palabra y se quedara en la habitación.—Cristiano, déjanos a solas.—Sí, señor.Cristiano se marchó, pero sabía que no iría muy lejos en caso lo llegara a necesitar. —¿Y mi hija? —preguntó Lino.Giovanni no respondió. Se acercó, con pasos lentos, al bar y se sirvió un trago. Después de acomodó en el filo de su escritorio y le dio un sorbo a su bebida.—Deberías sentarte —ordenó. Su voz no dejaba lugar a dudas de que esperaba que lo obedeciera—. Esto tomará algo de tiempo
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