Giovanni entró a su despacho, dentro lo esperaban su jefe de seguridad y Lino. No era así como había esperado que se diera su encuentro, pero no iba a seguirlo postergando más. Su investigador le había entregado un informe más completo sobre Lino apenas unos días atrás, un poco más tarde de lo que habían acordado.Lino miró detrás de Giovanni como si esperara que alguien más se uniera a ellos, probablemente su hija. Bueno, eso no iba pasar. Samantha estaba a salvo lejos de su padre. Confiaba en que ella cumpliera su palabra y se quedara en la habitación.—Cristiano, déjanos a solas.—Sí, señor.Cristiano se marchó, pero sabía que no iría muy lejos en caso lo llegara a necesitar. —¿Y mi hija? —preguntó Lino.Giovanni no respondió. Se acercó, con pasos lentos, al bar y se sirvió un trago. Después de acomodó en el filo de su escritorio y le dio un sorbo a su bebida.—Deberías sentarte —ordenó. Su voz no dejaba lugar a dudas de que esperaba que lo obedeciera—. Esto tomará algo de tiempo
—Tienes que aceptar su oferta —dijo Samantha en cuanto escuchó la voz de su padre. No estaba de humor para andarse con rodeos.Le había costado algunos días encontrar el valor para hacer aquella llamada. Había sido doloroso descubrir que su padre le había mentido. Entendía que tenía un problema, pero eso no le restaba culpa.—Samantha, cariño, no puedes estar hablando en serio. ¿Sabes si quiera lo que me está pidiendo?—Lo sé, me lo dijo.—Y lo dices con tanta tranquilidad.—Es por tu bien, está enfermo y necesitas ayuda. Si no lo haces por ti, entonces hazlo por mí y mi bebé. Si es que significamos algo para ti.—No es tan simple. Perderé credibilidad y la gente hablará. Todo por un malentendido.—Entonces, ¿no tienes una adicción?—Por supuesto que no —respondió su padre si dudar, sonando bastante ofendido.En el pasado eso habría bastado para que dudara de lo que sabía, pero hace tiempo que sospechaba que había algo malo con su padre. Había intentado convencerse de que estaba en su
—Cuida tus palabras —advirtió Giovanni.—Lo siento, bella dama —dijo Horatio dándole una sonrisa enorme a Samantha y dejándose caer en uno de los asientos libres frente a su escritorio. —Y deja de coquetear con mi novia.Sus palabras solo lograron que Horatio sonriera más.Giovanni se sentó en su sillón y tiró de Samantha para acomodarla sobre una de sus piernas.—¿Cómo fue tu reunión con Lara? —Horatio no esperó una respuesta y se dirigió a Samantha—. ¿Sabes que ella ha estado detrás de mi pobre e indefenso primo desde que lo conoció?—Horatio.—No, pero me gustaría escuchar más. —Samantha pasó un brazo sobre sus hombros y se reclinó en su cuerpo.—Lara ha estado obsesionada con Giovanni desde el principio. Aparecía aquí con cualquier excusa y siempre lo buscaba en las fiestas de negocios. Deberías haberlo visto tratando de evitarla.—Puedo imaginarlo —respondió Samantha sin ocultar su diversión.Era evidente que ambos se la estaban pasando bastante bien a costa suya. No le sorpren
Cuando Samantha estaba llegando a su oficina, escuchó unos pasos acelerados acercarse por el pasillo. Se detuvo en la puerta y se dio la vuelta para averiguar de quien se trataba.Ruggiero los alcanzó y miró a Renaldo.—Los hombres de Tolentino están aquí. Samantha sintió que su cuerpo se helaba al escuchar aquello.Renaldo la tomó de la muñeca y la llevó al interior de la oficina con Ruggiero siguiéndole los pasos.—¿Leticia y Anabel? —preguntó, reocupada por sus trabajadoras.—Ocultas en el cambiador. —Ruggiero miró a Renaldo—. Debemos sacarla de aquí.—Eso es arriesgado. ¿Contactaste a Cristiano?—Así es. Deben estar de camino hacia aquí en este momento, así como el equipo de refuerzo.—La mantendremos segura hasta entonces. Permanezca siempre detrás de nosotros y no haga nada que pueda ponerla en peligro —ordenó Renaldo.Asintió con el corazón bombeándole demasiado rápido. Se ubicó detrás de su escritorio y se sentó.Unos segundos después alguien llamó a la puerta como si se tra
Giovanni recostó a Samantha sobre la cama y se acomodó sobre ella. Se tomó su tiempo para observarla, para asegurarse que en realidad ella estaba allí, sana y a salvo.Le iba a tomar algunas semanas recuperarse del susto que había pasado desde que Cristiano le informó que los hombres de Tolentino estaban en la galería con Samantha hasta que la tuvo en sus brazos. Cada segundo se había sentido una eternidad y no perderse en los pensamientos más negativos le había costado mucho esfuerzo.Acarició su mejilla con el dorso de su mano. Samantha cerró los ojos y se acercó aún más a su toque.No le había sucedido nada y eso era lo único que importaba.—Te amo —declaró sobre sus labios y la besó.Lo que empezó como un toque suave, se transformó demasiado rápido en un beso demandante y necesitado cuando ella le otorgó acceso a su boca.Giovanni estaba ansioso por hacerle el amor y verla perder la razón. Quería escuchar sus gritos llenar la habitación.Sus manos trabajaron con prisa mientras la
Samantha se despertó confundida, pero poco a poco los eventos del día fueron llegando a su mente.Una sonrisa se extendió por su rostro mucho antes de abrir los ojos. Giovanni le había confesado sus sentimientos y luego le había hecho el amor hasta que no le quedó ninguna duda. Todavía podía sentir sus besos y caricias. Su cuerpo le dolía en los lugares correctos.En cuanto abrió los ojos se dio cuenta que él ya no estaba a su lado. Debía llevar un tiempo fuera porque su lado de la cama estaba frio. Intentó no sentirse decepcionada al no verlo a su lado.Se levantó y fue directo el baño. Iba a buscarlo, pero primero necesitaba una ducha con urgencia.Casi media hora después se aventuró al exterior de la habitación. Escuchó algunas voces provenientes de la sala y se dirigió hacia allí. Al ver que Giovanni no estaba solo, se alegró de haber optado por vestirse con un conjunto casual, en lugar de solo la camisa de Giovanni, como había sido su idea original.—Buenas tardes —saludó sintién
Giovanni sujetó a Samantha del rostro y le dio un beso.—Regresaré pronto —musitó sobre sus labios.—Más te vale o iré a buscarte.Sonrió, sabía que ella era capaz de hacerlo.—Los cuatro van a hacer que den arcadas —comentó Horatio.—Lo que tú tienes se llaman celos —replicó Ignazio alejándose de Luciana.—Cualquier cosa a la que tengamos que enfrentarnos, no puede ser peor que estar en medio de estos dos.—Gracias por apreciar nuestra ayuda —musitó Ignazio, con ironía.—Es hora de que se vayan —intervino su padre. Él, su madre y Luciana se quedarían en su departamento.Sus tíos se habían instalado unos departamentos más abajo, junto al equipo que los monitorizaría de manera remota, listos para ayudarlos por si las cosas se salían de control. Giovanni confiaba en que ese no fuera el caso.—Cuídala —le pidió a su padre.Podría manejar la situación con Tolentino siempre que estuviera seguro que Samantha estaba segura.—La tengo, tu preocúpate por volver a salvo.Un auto los estaba espe
Samantha se dirigió a toda prisa hacia la sala al escuchar la voz de Giovanni. Estaba nerviosa y preocupada. Las últimas horas habían sido un suplicio. Luciana y los padres de Giovanni habían tratado de distraerla sin mucho éxito. Sabía que no había sido la mejor compañía. En reiteradas ocasiones ellos habían tenido que repetirle alguna pregunta porque no había estado escuchando. Parte de su tensión se alivió cuando Valentino, que se mantenía en constante contacto con el equipo de seguridad, le había informado que Giovanni y sus primos estaban de regreso. Aunque había mirado la hora al menos unas diez veces desde entonces, sino es que más. Sus ojos se encontraron con los de Giovanni tan pronto llegó a la sala y corrió a abrazarlo. —Me gusta esta bienvenida —murmuró el sobre su cabeza mientras pasaba una mano por su espalda de arriba hacia abajo. Dio un paso hacia atrás y lo evaluó con la mirada. No había ninguna lesión aparente. —¿Estás bien? Giovanni asintió con una sonrisa.