Los primeros rayos del sol empezaron a iluminar la habitación. Giovanni llevaba media hora despierto escuchando la respiración acompasada de Samantha y observándola dormir con la precaria luz del amanecer. Ella estaba durmiendo boca abajo. Su cabello, desordenado, le tapaba una parte del rostro. La sábana llegaba hasta la cintura y podía ver el contorno de sus senos asomándose por un costado. La necesitaba otra vez, con tanta intensidad, que era difícil creer que la había poseído varias veces en los últimos días. Se preguntó si en algún momento ese deseo insaciable que lo consumía llegaría a disminuir al menos un poco. Lo dudaba seriamente. Intentó pensar en otra cosa. No debería perturbar su sueño, habían estado despiertos hasta muy entrada la noche haciendo el amor y ella requería algunas horas más de sueño. Aun así, como un niño atraído hacia un objeto brillante, su mano cobró vida propia y se posó sobre la espalda de Samantha. La acarició de arriba hacia abajo con las yemas de
—¿Qué te parece? Bianca alzó la mirada y le dio una sonrisa. En sus manos estaba el cuaderno de diseños de Samantha, el mismo que contenía los diseños que formarían parte de su nueva colección infantil. Bianca se había presentado en su galería una hora atrás para comprar unos vestidos y entre conversaciones había terminado mostrándole sus diseños. Había estado algo nerviosa cuando lo hizo. Ella podía no ser diseñadora, pero era una artista. Había trabajado en ese proyecto durante meses, avanzando poco a poco, pero sin poder terminarlo, hasta ahora, debido a todas las demás responsabilidades que tenía. Además, había supuesto un reto debido a que era algo nuevo para ella. Dos días atrás le había mostrado a Giovanni sus diseños. Tal y como se lo había prometido, él fue el primero en verlos. Giovanni había alabado su trabajo y la había alentado a comenzar con la producción ahora que tenía la colección completa. No solo eso, se había ofrecido a ser su inversionista, si le faltaba presup
Después del incidente con Viola, Giovanni había llevado a Samantha de regreso a casa. Ella había terminado de trabajar por ese día y él había pospuesto sus pendientes. Su esposa se había sentido bastante agobiada la última vez que se encontró con su madre biológica. Quería estar allí en caso eso volviera a suceder. Su hija descansaba en la habitación mientras ellos pasaban el rato en el sofá.—Jamás vi a mi madre pegarle a nadie —comentó mientras acariciaba el brazo de Samantha, distraído.—Tampoco yo.Sonrió orgulloso. Giovanni había podido ver lo sucedido en el video de seguridad que Cristiano le envió apenas salieron de la galería.Había repetido un par de veces la escena de la bofetada, solo para asegurarse que se trataba de su madre. Aunque ella no toleraba las estupideces de nadie, no recordaba ni una sola vez en la que le había hecho daño físico a otra persona.Su madre estaba a favor del diálogo —cuando eso no funcionaba, allí estaba el padre de Giovanni para hacerse cargo—;
—Solo un poco más… —dijo Samantha mientras terminaba de ponerle el pañal a su hija. —Y ya está —le abrochó su body y le hizo cosquilllas en su barriguita. Su hija soltó una carcajada y sacudió las piernas. —¿Quién se portó muy bien? —preguntó acercando su rostro. Le frotó la nariz con la suya—. Por supuesto que fuiste tú. ¿Y qué quieres hacer ahora? Su hija balbuceó algunas consonantes. —Podemos esperar a tu papá mientras jugamos un rato. Levantó a su hija y la acomodó sentada en uno de sus brazos antes de darse la vuelta. Su hija empezó a rebotar mientras chillaba emocionada al ver a Giovanni. Él estaba inclinado en el marco de la puerta con los brazos cruzados. —¿Cuánto tiempo llevas allí? —preguntó. —Unos minutos. Giovanni se acercó a ella y le dio un beso en los labios. Luego tomó a Bianca, quien estaba más que feliz de irse con su padre. —Nunca me cansó de verlas interactuar. Eres una madre increíble. Samantha sonrió. No era fácil criar a alguien. Había enfrentado varios
Samantha revisó los papeles que su padre acababa de entregarle, su incredulidad creciendo a cada segundo. Sus conocimientos en negocios no eran muy buenos, pero no era difícil entender lo que estaba viendo. La empresa de su familia estaba en números rojos.—¿Por cuánto tiempo ha estado sucediendo esto? —preguntó y levantó el rostro para confrontar a su padre.No se parecía en nada al hombre que ella conocía. Tenía la ropa desaliñada y sus cabellos estaban desordenados. Un moretón, que comenzaba a oscurecerse, adornaba su mejilla derecha.—Tomé algunas malas decisiones hace un par de años y agarré dinero que no debía. Necesitaba arreglarlo antes de que la junta de accionistas se diera cuenta, así que acudí a Osvaldo Tolentino. Creí que podría recuperar el dinero, pagarle a tiempo y olvidarme de aquel impase, pero la empresa ha sufrido pérdidas en el último año y no he tenido los mismos ingresos que en el pasado.Un escalofrió subió por su columna al escuchar el nombre de aquel hombre.
—¿Estás listo?Giovanni rodó los ojos al ver la sonrisa de su primo Horatio.—¿Por qué no me sorprende que esto te parezca divertido?—Tienes que dejar de actuar como un viejo aburrido, lo que necesitas es una mujer, quizás conozcas a una esta noche. —Horatio miró hacia los invitados—. Hay muchas aquí. Estoy seguro que alguna de ellas estará interesada en salir con el hombre que salió en las portadas de las revistas más importantes del país.Soltó un gruñido por lo bajo. Una revista había publicado fotos suyas hace unos meses atrás cuando la empresa de su familia había ganado la licitación de un trabajo al norte del país gracias a su propuesta innovadora y que buscaba la preservación de la naturaleza.—Incluso con ese carácter tan amargado que te manejas —continuó su primo.—No estoy interesado en salir con ninguna mujer. —Su trabajo ocupaba la mayor parte de su vida. Establecerse con alguien, no encabezaba precisamente la lista de sus prioridades, ni siquiera se encontraba en ella.—
Samantha estaba absorta en sus pensamientos, ajena a lo que sucedía a su alrededor, cuando su padre le habló al oído. —Es hora.Desvió su mirada hacia el escenario y vio a Giovanni Morelli. Su objetivo. Las fotos, que su padre le había mostrado, no le hacían justicia. El traje hecho a medida realzaba sus hombros anchos y sus piernas musculosas. Cada paso que daba demostraba confianza.Si hubiera podido elegir a alguien, jamás habría sido a él. Prefería los hombres más suaves y Giovanni parecía estar hecho de bordes afilados preparados para destrozar a cualquiera que se atreviera a desafiarlo.Sintió como si la temperatura en el ambiente bajara algunos grados mientras el miraba a los presentes con nada más que aburrimiento.Su arrogancia le resultó desagradable. ¿En serio ese era el hombre con él que tenía que salir?Las mujeres empezaron a lanzar ofertas tan pronto el hombre detrás del podio terminó de alabarlo... como si él necesitara que le subieran el ego.No entendió que es lo q
Giovanni quería volver a besar a Samantha para borrar la expresión furiosa de su rostro, pero no iba a tentar más a su suerte. La cita recién había empezado y tenía el presentimiento que ella no dudaría en marcharse si la seguía provocando. Se hizo hacia atrás y la dejó tranquila el resto de viaje. Samantha bajó del auto en cuanto el conductor abrió la puerta. —Esta no es la dirección —dijo ella, confundida. —Estoy al tanto. Este lugar me gusta mucho más —comentó mientras se paraba a su lado. La escuchó murmurar algo, pero no logró entenderla. Lo más probable es que fuera alguna clase de insulto. Ella soltó un suspiro y empezó a caminar con pasos firmes sin importarle si él la seguía. Giovanni sonrió divertido mientras sus ojos caían bajo el hechizo del balanceo de sus caderas. No había podido sacarla de su mente en toda la semana, había algo en ella que lo tenía cautivado y estaba decidido a descubrirlo. Avanzó con pasos largos y rápidos. Logró alcanzarla justo antes de que lleg