Giovanni dio por terminada la llamada y soltó un suspiro. Al parecer, las cosas no iban a resultar tan mal para Lino.La junta directiva había decidido no presentar cargos contra del padre de Samantha y también optaron por ocultar la información al público. Sus años como un buen líder habían pesado más que sus errores. Aunque también era para evitar un escándalo que devaluaría las acciones de la empresa.Aun así, Lino tendría que devolver todo lo que había tomado y ceder sus acciones. El abogado que había contratado para representarlo, le había explicado que Lino tendría que vender todas sus propiedades para saldar lo que debía. Era una suerte que no las hubiera perdido como parte de una apuesta.Ese mismo día se había hecho oficial la renuncia de Lino y el nombramiento de un nuevo director, aunque la verdad era que él ya no había estado dirigiendo la empresa desde que llamó a una reunión extraordinaria para confesar sus crímenes.Giovanni llamó a Samantha. Ella no había vuelto a ver
Samantha miró el interior de la casa de playa con asombro. Era hermosa.—¿Es tuya? —preguntó mirando a Giovanni que venía detrás de ella con las maletas en mano.—Pertenece a mis padres.Notó las fotos familiares ubicadas en diferentes lugares y se acercó a darles un mejor vistazo.—Las casas que vimos al llegar son de mis tíos. Mientras crecíamos, yo, mis primos y mis hermanos éramos arrastrados hasta aquí durante las vacaciones —explicó Giovanni con una sonrisa—. Mis papás y tíos aun encuentran el tiempo para pasar un tiempo aquí juntos. Algo así como un retiro. Sin embargo, para el resto se nos ha hecho más difícil ponernos de acuerdo.Sonrió al ver una foto en especial.—¿Cuál es la historia? —preguntó tomándola y mostrándosela a Giovanni.Él también sonrió.En la foto estaban Giovanni, Ignazio y Horatio. No debían ser más que adolescentes. Horatio estaba en el medio sosteniendo una hoja delante de su cuerpo y esa era la única cosa que llevaba.—Ignazio y yo retamos a Horatio a na
Giovanni tomó un respiro tratando de calmarse. Tenía un discurso preparado, solo debía recordarlo. Expuso el anillo frente a Samantha y comenzó.—Samantha, llenas mi vida de alegría, amor y significado. Estoy enamorado de tu intelecto, tu creatividad, la lealtad con la que proteges a los que quieres, de cada parte de tu cuerpo. —Sonrió y ella también lo hizo—. Quiero pasar el resto de mis días junto a ti, no puedo imaginar mi vida de otra manera. ¿Te casarías conmigo y me acompañarías en esta aventura que recién comienza? El silencio le siguió a su pregunta y con cada segundo que pasaba Giovanni empezó a temer lo peor.—He vivido asustada durante mucho tiempo —dijo Samantha por fin—. Temía ser como mi madre. Incapaz de amar a alguien lo suficiente como para decidir permanecer a su lado de por vida. Pero ya sé que no soy ella. Yo no podría dejar a mi hija sin mirar atrás y tampoco podría alejarme de ti. —Ella le dio una sonrisa y le acaricio la mejilla—. Te amo y me gustaría descubri
—No tienes que verlo si no estás lista —dijo Giovanni.Samantha miró fijamente la clínica en la que su padre estaba internado y dudó por un instante antes de responder.—Necesito hacerlo.Había pasado un poco más de tres meses desde la última vez que vio a su padre. Samantha no lo había contactado ni una sola vez en todo ese tiempo, aunque había tomado su teléfono en repetidas ocasiones con la intención de llamar a la clínica, siempre se había echado para atrás en el último segundo. Extrañaba a su padre y tenía tantas cosas que contarle. Quizás ya era hora de arreglar su relación con él.Su padre había dado el primer paso, al contactarla a través de Giovanni para preguntarle si podía visitarlo.No tenía idea de lo que iba a sentir al verlo y si el enojo volvería a resurgir.Giovanni se bajó del auto y caminó hasta su lado para abrirle la puerta. Pasó una mano por su cintura y la acompañó hasta la recepción.La recepcionista era una mujer joven y amable.—Voy a avisarle a alguien pa
Samantha se sorprendió al ver a Lara en su galería. Estuvo a punto de levantar las manos y frotarse los ojos, pero se detuvo a sabiendas de que a ella no le haría ninguna gracia.Se obligó a recuperarse y le dio una sonrisa educada.—Bienvenida, señorita Lara.—Esto debe ser una broma —dijo la aludida retirándose los lentes de sol. Soltó un resoplido mientras la evaluaba con la mirada—. ¿Trabajas aquí?—De hecho, soy la dueña —respondió dejar de sonreír—. ¿Quieres que te muestre algunas de nuestras prendas?—No tienes gente para eso.Samantha no estaba de humor para explicarle que a veces le gustaba tan solo ayudar a los clientes a encontrar lo que estaban buscando. En especial cuando se aburría de estar encerrada en su oficina.—¿Qué estás buscando? Tenemos vestidos para todo tipo de ocasión y recientemente lanzamos nuestra colección de primavera.—Un vestido de noche, algo llamativo y único. —Por supuesto. Por aquí, por favor. —Dejó que ella fuera primero y le hizo una señal a Let
Giovanni miró con descontento a los fotógrafos afuera del hotel. Estaba acostumbrado en algunos eventos de los que acudía, eso no quería decir que le agradaba.Lara debía de haber contactado a todos los medios posibles porque la cantidad de fotógrafos era mayor a la usual. A ella sí que no le gustaba pasar desapercibida.—¿Todavía quieres entrar? —preguntó girándose para ver a Samantha.Ella dejó de mirar a través de la ventana y le dio una sonrisa. —No es la primera vez que vengo a eventos como estos. Mi padre solía llevarme como su acompañante.—Si te sientes cansada, me lo dirás ¿verdad?—Por supuesto.Se preparó mentalmente para lo que se venía y bajó del vehículo. Extendió una mano para ayudar a Samantha.En cuanto se pusieron a recorrer el camino hasta la puerta del hotel, los fotógrafos comenzaron a hacer su trabajo.Giovanni y Samantha se detuvieron un par de veces y posaron para las cámaras. Él estaba demasiado ocupado mirando a Samantha como para recordar lo incómodo que l
Samantha agarró su celular mientras le daba los últimos detalles a su diseño. Sonrió al ver el resultado final, le encantaba.—Buenas tardes —contestó sin mirar el identificador.—Samantha, soy Viola.Su sonrisa desapareció y perdió interés en el dibujo sobre su escritorio.Había pasado tres días desde que vio a Viola en la fiesta de Lara. No esperaba su llamada, ella nunca llamaba. No la había llamado en ninguno de sus cumpleaños, ni cuando se graduó en la escuela de modas, ni en ningún otro evento especial.—¿Viola? ¿A qué debo el honor de tu llamada? —preguntó.—Quería ver si tienes tiempo para ese café del que hablamos.Se preguntó qué demonios estaba pasado. Si fuera una niña, otra vez, habría pensado que sus deseos se estaban haciendo realidad, que su madre quería ser parte de su vida.Bueno, no era más una niña y hace tiempo había dejado ir a su madre.—Estoy demasiado ocupada.—Supongo que sí, pero no será más que un café. No tomará mucho tiempo.No había mentido al decir que
—Necesito que localicen a Viola Santis y la traigan a mi oficina antes del medio día —ordenó Giovanni mientras entraba a la constructora. Enfurecía cada vez que recordaba todo lo que le había contado Samantha y más al ver el efecto que había tenido en ella la actitud de Viola.Iba a lidiar con esa mujer antes de que se volviera un problema más grave. No la quería cerca de Samantha, ni de su hija.—Sí, señor —respondió Cristiano.Entró al ascensor y subió hasta su planta. Como cada día, su secretaria se levantó al verlo y se puso a su lado.—Buenos días, señor.—Leonora —saludó—. ¿Qué hay en mi agenda para hoy?—A las diez llegaran los tres finalistas para ocupar el puesto de arquitecto. Sus currículos están sobre su escritorio.Debido a la demanda de trabajo iban a necesitar de un arquitecto más. En especial porque Giovanni iba a trabajar desde casa a partir de la siguiente semana y luego del nacimiento de su hija planeaba tomarse un mes libre. —A las tres de la tarde tiene la re