Cuando Samantha estaba llegando a su oficina, escuchó unos pasos acelerados acercarse por el pasillo. Se detuvo en la puerta y se dio la vuelta para averiguar de quien se trataba.Ruggiero los alcanzó y miró a Renaldo.—Los hombres de Tolentino están aquí. Samantha sintió que su cuerpo se helaba al escuchar aquello.Renaldo la tomó de la muñeca y la llevó al interior de la oficina con Ruggiero siguiéndole los pasos.—¿Leticia y Anabel? —preguntó, reocupada por sus trabajadoras.—Ocultas en el cambiador. —Ruggiero miró a Renaldo—. Debemos sacarla de aquí.—Eso es arriesgado. ¿Contactaste a Cristiano?—Así es. Deben estar de camino hacia aquí en este momento, así como el equipo de refuerzo.—La mantendremos segura hasta entonces. Permanezca siempre detrás de nosotros y no haga nada que pueda ponerla en peligro —ordenó Renaldo.Asintió con el corazón bombeándole demasiado rápido. Se ubicó detrás de su escritorio y se sentó.Unos segundos después alguien llamó a la puerta como si se tra
Giovanni recostó a Samantha sobre la cama y se acomodó sobre ella. Se tomó su tiempo para observarla, para asegurarse que en realidad ella estaba allí, sana y a salvo.Le iba a tomar algunas semanas recuperarse del susto que había pasado desde que Cristiano le informó que los hombres de Tolentino estaban en la galería con Samantha hasta que la tuvo en sus brazos. Cada segundo se había sentido una eternidad y no perderse en los pensamientos más negativos le había costado mucho esfuerzo.Acarició su mejilla con el dorso de su mano. Samantha cerró los ojos y se acercó aún más a su toque.No le había sucedido nada y eso era lo único que importaba.—Te amo —declaró sobre sus labios y la besó.Lo que empezó como un toque suave, se transformó demasiado rápido en un beso demandante y necesitado cuando ella le otorgó acceso a su boca.Giovanni estaba ansioso por hacerle el amor y verla perder la razón. Quería escuchar sus gritos llenar la habitación.Sus manos trabajaron con prisa mientras la
Samantha se despertó confundida, pero poco a poco los eventos del día fueron llegando a su mente.Una sonrisa se extendió por su rostro mucho antes de abrir los ojos. Giovanni le había confesado sus sentimientos y luego le había hecho el amor hasta que no le quedó ninguna duda. Todavía podía sentir sus besos y caricias. Su cuerpo le dolía en los lugares correctos.En cuanto abrió los ojos se dio cuenta que él ya no estaba a su lado. Debía llevar un tiempo fuera porque su lado de la cama estaba frio. Intentó no sentirse decepcionada al no verlo a su lado.Se levantó y fue directo el baño. Iba a buscarlo, pero primero necesitaba una ducha con urgencia.Casi media hora después se aventuró al exterior de la habitación. Escuchó algunas voces provenientes de la sala y se dirigió hacia allí. Al ver que Giovanni no estaba solo, se alegró de haber optado por vestirse con un conjunto casual, en lugar de solo la camisa de Giovanni, como había sido su idea original.—Buenas tardes —saludó sintién
Giovanni sujetó a Samantha del rostro y le dio un beso.—Regresaré pronto —musitó sobre sus labios.—Más te vale o iré a buscarte.Sonrió, sabía que ella era capaz de hacerlo.—Los cuatro van a hacer que den arcadas —comentó Horatio.—Lo que tú tienes se llaman celos —replicó Ignazio alejándose de Luciana.—Cualquier cosa a la que tengamos que enfrentarnos, no puede ser peor que estar en medio de estos dos.—Gracias por apreciar nuestra ayuda —musitó Ignazio, con ironía.—Es hora de que se vayan —intervino su padre. Él, su madre y Luciana se quedarían en su departamento.Sus tíos se habían instalado unos departamentos más abajo, junto al equipo que los monitorizaría de manera remota, listos para ayudarlos por si las cosas se salían de control. Giovanni confiaba en que ese no fuera el caso.—Cuídala —le pidió a su padre.Podría manejar la situación con Tolentino siempre que estuviera seguro que Samantha estaba segura.—La tengo, tu preocúpate por volver a salvo.Un auto los estaba espe
Samantha se dirigió a toda prisa hacia la sala al escuchar la voz de Giovanni. Estaba nerviosa y preocupada. Las últimas horas habían sido un suplicio. Luciana y los padres de Giovanni habían tratado de distraerla sin mucho éxito. Sabía que no había sido la mejor compañía. En reiteradas ocasiones ellos habían tenido que repetirle alguna pregunta porque no había estado escuchando. Parte de su tensión se alivió cuando Valentino, que se mantenía en constante contacto con el equipo de seguridad, le había informado que Giovanni y sus primos estaban de regreso. Aunque había mirado la hora al menos unas diez veces desde entonces, sino es que más. Sus ojos se encontraron con los de Giovanni tan pronto llegó a la sala y corrió a abrazarlo. —Me gusta esta bienvenida —murmuró el sobre su cabeza mientras pasaba una mano por su espalda de arriba hacia abajo. Dio un paso hacia atrás y lo evaluó con la mirada. No había ninguna lesión aparente. —¿Estás bien? Giovanni asintió con una sonrisa.
Giovanni dio por terminada la llamada y soltó un suspiro. Al parecer, las cosas no iban a resultar tan mal para Lino.La junta directiva había decidido no presentar cargos contra del padre de Samantha y también optaron por ocultar la información al público. Sus años como un buen líder habían pesado más que sus errores. Aunque también era para evitar un escándalo que devaluaría las acciones de la empresa.Aun así, Lino tendría que devolver todo lo que había tomado y ceder sus acciones. El abogado que había contratado para representarlo, le había explicado que Lino tendría que vender todas sus propiedades para saldar lo que debía. Era una suerte que no las hubiera perdido como parte de una apuesta.Ese mismo día se había hecho oficial la renuncia de Lino y el nombramiento de un nuevo director, aunque la verdad era que él ya no había estado dirigiendo la empresa desde que llamó a una reunión extraordinaria para confesar sus crímenes.Giovanni llamó a Samantha. Ella no había vuelto a ver
Samantha miró el interior de la casa de playa con asombro. Era hermosa.—¿Es tuya? —preguntó mirando a Giovanni que venía detrás de ella con las maletas en mano.—Pertenece a mis padres.Notó las fotos familiares ubicadas en diferentes lugares y se acercó a darles un mejor vistazo.—Las casas que vimos al llegar son de mis tíos. Mientras crecíamos, yo, mis primos y mis hermanos éramos arrastrados hasta aquí durante las vacaciones —explicó Giovanni con una sonrisa—. Mis papás y tíos aun encuentran el tiempo para pasar un tiempo aquí juntos. Algo así como un retiro. Sin embargo, para el resto se nos ha hecho más difícil ponernos de acuerdo.Sonrió al ver una foto en especial.—¿Cuál es la historia? —preguntó tomándola y mostrándosela a Giovanni.Él también sonrió.En la foto estaban Giovanni, Ignazio y Horatio. No debían ser más que adolescentes. Horatio estaba en el medio sosteniendo una hoja delante de su cuerpo y esa era la única cosa que llevaba.—Ignazio y yo retamos a Horatio a na
Giovanni tomó un respiro tratando de calmarse. Tenía un discurso preparado, solo debía recordarlo. Expuso el anillo frente a Samantha y comenzó.—Samantha, llenas mi vida de alegría, amor y significado. Estoy enamorado de tu intelecto, tu creatividad, la lealtad con la que proteges a los que quieres, de cada parte de tu cuerpo. —Sonrió y ella también lo hizo—. Quiero pasar el resto de mis días junto a ti, no puedo imaginar mi vida de otra manera. ¿Te casarías conmigo y me acompañarías en esta aventura que recién comienza? El silencio le siguió a su pregunta y con cada segundo que pasaba Giovanni empezó a temer lo peor.—He vivido asustada durante mucho tiempo —dijo Samantha por fin—. Temía ser como mi madre. Incapaz de amar a alguien lo suficiente como para decidir permanecer a su lado de por vida. Pero ya sé que no soy ella. Yo no podría dejar a mi hija sin mirar atrás y tampoco podría alejarme de ti. —Ella le dio una sonrisa y le acaricio la mejilla—. Te amo y me gustaría descubri