Samantha agarró su celular mientras le daba los últimos detalles a su diseño. Sonrió al ver el resultado final, le encantaba.—Buenas tardes —contestó sin mirar el identificador.—Samantha, soy Viola.Su sonrisa desapareció y perdió interés en el dibujo sobre su escritorio.Había pasado tres días desde que vio a Viola en la fiesta de Lara. No esperaba su llamada, ella nunca llamaba. No la había llamado en ninguno de sus cumpleaños, ni cuando se graduó en la escuela de modas, ni en ningún otro evento especial.—¿Viola? ¿A qué debo el honor de tu llamada? —preguntó.—Quería ver si tienes tiempo para ese café del que hablamos.Se preguntó qué demonios estaba pasado. Si fuera una niña, otra vez, habría pensado que sus deseos se estaban haciendo realidad, que su madre quería ser parte de su vida.Bueno, no era más una niña y hace tiempo había dejado ir a su madre.—Estoy demasiado ocupada.—Supongo que sí, pero no será más que un café. No tomará mucho tiempo.No había mentido al decir que
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