Samantha se quedó con los pies clavados en el suelo. Quería ir tras de Giovanni, pero él había dejado claro que no estaba interesado en escucharla y no podía juzgarlo.No iba a volverlo a ver.Era así como debía suceder, lo había anticipado. Pero por un momento se había dejado llevar por la fantasía de que él la escucharía y entendería sus motivos. Sintió un dolor agudo en el pecho y le costó respirar con normalidad.—¿Estás bien? —preguntó Leticia entrando a la oficina—. Oh, cariño.Su amiga se acercó y la abrazó. Entonces, Samantha se derrumbó. Su cuerpo tembló con el llanto mientras Leticia le frotaba la espalda. En algún momento, ella se las arregló para llevarla hasta el sofá.Al cerrar los ojos vio la mirada de Giovanni llena de repugnancia. Los mismos ojos que la habían mirado con dulzura, se habían vuelto fríos. E incluso después de eso, él todavía le había dado el dinero. Quizás para herirla, o quizás porque, pese a lo que había hecho, quería ayudarla y esa posibilidad la
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