Samantha había olvidado lo bien que se sentían los labios de Giovanni y durante unos segundos se dejó llevar. Él la besó con una ternura que contrastaba con el trato que le había dado en su oficina. Ese último pensamiento la regresó a la realidad.¿Qué demonios hacia besándolo después de cómo la había tratado? Se alejó y se puso de pie de un salto.—Aquí está todo lo que voy a necesitar. —Señaló su maleta y evitó la mirada de Giovanni lo mejor que pudo. Tenía el presentimiento de que, si lo miraba a los ojos, él se daría cuenta de sus sentimientos. Todavía estaba tratando de descubrir como hizo para que su voz no temblara—. Puedes llevarte mi equipaje ahora y enviarme tu dirección por mensaje. Esto ya está tomando más tiempo del que esperaba y tengo trabajo que hacer.—Regresaré por la noche para llevarte yo mismo.Samantha levantó la mirada, pero enseguida volvió a dirigirla hacia otro lado. Sin querer terminó mirando la cama y le fue inevitable recordar las horas que los dos habían
Giovanni terminó su primer vaso de whisky de un solo trago y lo dejó sobre el bar con un sonoro golpe antes de agarrar la botella y volver a llenar su vaso.—Te vas a embriagar rápido si sigues bebiendo así —dijo Ignazio.—Esa es la idea. —Giovanni bebió su segundo vaso como si se tratara de agua. Nunca había considerado a las bebidas alcohólicas como la solución a algún problema, pero quizás si le ayudaría a dejar de pensar en Samantha.—¿Alguien me puede explicar que sucede? —preguntó Horatio. Giovanni guardó silencio mientras iba a por su tercer trago mientras su mente se llenaba de imágenes de Samantha. Pensó en ella recostada en su cama con el cabello esparcido en las sábanas.Sabía que no fue una buena idea llevarla para su departamento. Cada señal de alarma había gritado desde el fondo de su cabeza cuando las palabras salieron de su boca y, aun así, ahora ella estaba quedándose bajo su techo justo frente a su habitación.Sería tan fácil…—Maldición —musitó al darse cuenta el
Samantha se movió para acomodarse mejor, pero no llegó demasiado lejos. Algo o alguien la tenía sujetada con firmeza por la cintura. Poco a poco su mente fue despejándose del sueño y los recuerdos de la noche anterior llegaron a ella.Giovanni había llegado ebrio casi a media noche acompañado de sus primos. Samantha había estado despierta hasta esas horas, sin dejar de preguntarse si él había ido a ver a Lara y si pasaría la noche con ella. Se había sentido bastante aliviada al descubrir que estaba equivocada.En cuanto los primos de Giovanni se habían marchado, le había ayudado a llegar a su habitación. Había estado lista para irse luego de dejarlo en la cama, pero no lo hizo.Abrió los ojos de golpe al darse cuenta quien era la persona a su lado e intentó hacerse para atrás. Su brazo estaba encima de él, al igual que una de sus piernas. —Te vas a caer de la cama. —Giovanni estaba despierto y con los ojos puestos en ella.Se sonrojó al darse cuenta que estaba rozando cierta parte d
Giovanni miró la imagen en sus manos. La primera foto de su hijo. No era más grande que el tamaño de un frijol, pero no había duda de que estaba allí. Aun podía recordar el sonido de su fuerte corazón latiendo con fuerza. Tragó el nudo en su garganta, aun no sabía cómo se las había arreglado para no llorar como un niño al escucharlo. Si todavía le hubiera quedado alguna duda de sus sentimientos por aquel pequeño ser, habría desaparecido en cuanto vio la imagen borrosa en la pantalla del ecógrafo. Se había sentido envuelto en una sensación de paz y amor. Estaba seguro que haría lo que fuera por su bebé… y por Samantha.Ella cargaba en su vientre a su hijo. Intencional o no, ese era un regalo único y especial.—Estoy lista para irme.Giovanni levantó la mirada al escuchar a voz de Samantha.—¿Estás bien? —preguntó alejándose de la pared.—Ya te dije que solo necesitaba usar el baño —lo tranquilizó ella con una sonrisa.Su rostro estaba rosado y radiante, a diferencia de esa mañana cu
Samantha no podía recordar la última vez que se había sentido tan cómoda rodeada de varias personas. La familia de Giovanni la hacía sentirse como parte de ellos.Como hija única, nunca había estado rodeada de tanto bullicio mientras crecía, ni había tenido un cómplice de travesuras. La única persona a la que siempre había recurrido era a su padre y, aunque eso era mucho más de lo que otras personas tenían mientras crecía, todavía había anhelado tener más.Una madre como la de Giovanni, que era obvio amaba a cada uno de sus hijos. Hermanos como Sienna, Antonella o Vincenzo que podían hacer tu vida un divertido desastre. Si se concentraba un poco, podía ver a Giovanni y sus hermanos de pequeños corriendo por la casa mientras la suave risa de Bianca rebotaba en las paredes y Valentino los buscaba a todos.Soltó un suspiro. Se preguntó si ellos la habrían recibido de la misma forma, de saber lo que le había hecho y le agradeció en silencio a Giovanni por no haberles contado.—¿Está todo
—Tranquilízate, son solo las hormonas. Giovanni miró a Samantha tratando de descifrar si estaba siendo honesta. Había salido a buscarla cuando ella tardó demasiado en regresar del baño y se había preocupado más al no encontrarla pronto. En cuanto la vio en el jardín, junto a su padre, y con los ojos rojos, su lado protector salió a flote. Era algo irónico cuando él mismo había causado más de una vez que Samantha derramara lágrimas. Pero cualquier problema que tuvieran, solo les correspondía a ellos solucionarlos. Si su padre se había atrevido a reclamarle algo… bueno, iban a tener un problema. Su padre se levantó y colocó una mano en su hombro. —Vas a ser un esposo y padre excepcional. Les daré algo de privacidad. —Creí que ibas a saltar sobre tu padre —bromeó Samantha cuando se quedaron a solas. —¿Estás bien? —Tendré que acostumbrarme a esa pregunta. La escuchó con bastante frecuencia estos días. Y sí, como te dije solo son las hormonas. Nunca fui alguien que llorara con fac
Samantha estaba intentando descifrar si la expresión despreocupada de su padre era real. Él no se veía para nada incómodo con la presencia de Giovanni en su casa y lo había recibido como si llevaran conociéndose toda la vida.—Mi hija me comentó en su mensaje que tenían algo importante que decirme —dijo su padre mientras la cocinera colocaba tres vasos de limonada sobre la mesita de café.—Así es. —Giovanni esperó a que se quedaran los tres a solas para continuar—. Samantha está embarazada.Su padre la miró de inmediato y esbozó una enorme sonrisa.—No puedo creerlo. Esas son grandes noticias. —Su padre se levantó y se acercó a ella. Él le tendió ambas manos y la ayudó a ponerse de pie. Sin soltarle las manos le dio un beso en ambas mejillas—. Mi preciosa hija, felicidades.Sintió sus ojos llenarse de lágrimas.Desde que su padre le contó sobre sus problemas económicos, él había actuado tan diferente del hombre que conocía y Samantha había sentido como la relación entre ellos se iba d
Giovanni invitó a su jefe de seguridad y al investigador privado a pasar a su oficina. —¿Qué averiguó? El hombre le entregó un folio. —Es un informe previo. Giovanni asintió y empezó a leer la información recolectada. —Lamento decirle que el señor Lino Parissi está metido en demasiada porquería —empezó a decir el investigador—. Todo debido a problemas con el juego. No podría darle una fecha exacta de cuando comenzó, pero los problemas verdaderos surgieron hace casi un par de años. Ha estado entrando y saliendo de deudas considerables desde entonces, pero no fue nada que no pudiera manejar. —¿Está su hija al tanto de todo esto? Giovanni no había dejado de hojear el folio mientras el investigador hablaba. —Es difícil saberlo. Él lo ha ocultado bastante bien, incluso sus socios, empleados y amigos creen que es un hombre de familia ejemplar. Siempre va bien arreglado y no da señales de tener problemas. El nombre de Osvaldo Tolentino saltó ante sus ojos. Giovanni no era ajeno a aqu